miércoles, 3 de julio de 2013

La muralla - Nicolás Guillén

Para hacer esta muralla
tráiganme todas las manos:
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Ay,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte.

-¡Tun, tun!
-¿Quién es?
-Una rosa y un clavel...
-¡Abre la muralla!

-¡Tun, tun!
-¿Quién es?
- El sable del coronel...
- ¡Cierra la muralla!

-¡Tun, tun!
-¿Quién es?
-La paloma y el laurel...
-¡Abre la muralla!

-¡Tun, tun!
-¿Quién es?
- El alacrán y el ciempiés...
- ¡Cierra la muralla!

Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la yerbabuena
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla...

Alcemos esta muralla
juntando todas las manos;
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,



allá sobre el horizonte.

El lagarto está llorando - Federico García Lorca

El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer
su anillo de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!

Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.

El sol, capitán redondeo,
lleva un chaleco de raso.

¡Miradlos, qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!

¡Ay, cómo lloran y lloran!
¡Ay!, ¡ay!, ¡cómo están llorando!


Conejito va al colegio - Eduardo G. Lanuza

Conejito va al colegio
con cartera y con pìzarra,
y su hociquito rosado
no tiene miedo a la escarcha.

¿Qué aprenderá conejito
con su hociquito rosado?
- Ya sé de memoria el cielo,
la luz y los verdes prados.

La tarde se está durmiendo,
la luz se va de puntillas,
Conejito vuelve a casa
con diez hermanos en fila.


A la mar fui por naranjas - (Anón. Español)

A la mar fui por naranjas,
cosa que la mar no tiene;
me dejaron mojadita
las olas que van y vienen.

Ay, mi dulce amor,
ese mar que ves tan bello,
ay, mi dulce amor,
ese mar que ves tan bello
es un traidor.

La farola de mi pueblo
está partida en dos cachos:
uno alumbra a los marinos,
otro alumbra a los borrachos.


Ceferino - (Anón. Argentina)

Ceferino fue por vino,
rompió el jarro en el camino
y su madre lo azotó
con el rabo de un zorrino.
¡Pobre jarro, pobre vino,
pobre rabo del zorrino!


Canción de cuna del litoral argentino- Fryda S. de Mantovani

Cantaba, cantaba la tarde;
cantaba, cantaba el maíz;
cantaba, cantaba el sereno:
¡Mi niño no quiere dormir!

La noche, jinete de humo,
galopa silbando a su perro.
Las nubes se duermen al paso...
Mi niño se queda despierto.

La luna regala naranjas,
el sapo le pide la suya.
Mi niño, cerrando los ojos,
tendrá la más grande y madura.


REÍR LLORANDO - Por Juan de Dios Peza

Viendo a Garrik -actor de la Inglaterra-
El pueblo al aplaudirlo le decía:
"Eres el más gracioso de la tierra,
Y más feliz..."
Y el cómico reía
Víctimas del spleen, los altos lores
En sus noches más negras y pesadas,
Iban a ver al rey de los actores,
Y cambiaban su spleen en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,
Llegóse un hombre de mirar sombrío:
-Sufro -le dijo-, un mal tan espantoso
Como esta palidez del rostro mío.
Nada me causa encanto ni atractivo;
No me importan mi nombre ni mi suerte;
En un eterno spleen muriendo vivo,
Y es mi única pasión la de la muerte.
-Viajad y os distraeréis.
-¡Tanto he viajado!
-Las lecturas buscad.
-¡Tanto he leído!
-Que os ame una mujer.
-¡Si soy amado!
-Un título adquirid.
-¡Noble he nacido!
-¿Pobre seréis quizá?
-Tengo riquezas.
-¿De lisonjas gustáis?
-Mis tristezas.
-¿Vais a los cementerios?
-Mucho... mucho...
-De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?
-Sí, mas no dejo que me impongan yugos:
Yo les llamo a los muertos mis amigos;
Y les llamo a los vivos, mis verdugos.
Me deja -agrega el médico- perplejo
Vuestro mal, y no debe acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo
"Sólo viendo a Garrik podréis curaros".
-¿A Garrik?
Sí, a Garrik... La más remisa
Y austera sociedad le busca ansiosa;
Todo aquel que lo ve muere de risa;
¡Tiene una gracia artística asombrosa!
-¿Y a mí me hará reír?
-¡Ah! sí, os lo juro;
El sí; nada más él; más... ¿qué os inquieta?
-Así -dijo el enfermo-, no me curo:
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
Enfermos de pesar, muertos de tedio,
Hacen reír como el actor suicida,
Sin encontrar para su mal remedio!
¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
Porque en los seres que el dolor devora
El alma llora cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma,
Si sólo abrojos nuestra planta pisa,
Lanza a la faz la tempestad del alma
Un relámpago triste: la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto,
Que las vidas son breves mascaradas;
Aquí aprendemos a reír con llanto,
Y también a llorar con carcajadas.

La maltratada espera de mi gente - de Guillermo Etchebehere, nacido en Cañuelas, en 1917

Huele a raíz el gozo que sustenta
las ubres del ganado. Corrobora
su obstinación de pájaros la aurora.
Forja el maizal si prédica opulenta.

La brisa en las acacias se impacienta,
en el azar del huerto se demora
y con plumón de cardo condecora
la arcilla fantasmal de una osamenta.

Mientras el campo entero se levanta
y ríe y llora y nace y muere y canta
de pie en su propia plenitud serena,

la maltratada espera de mi gente
seca el cansancio antiguo de su frente
parada en medio de la tierra ajena.

De “La lumbre permanente” 

Lo que nunca diremos - José O. Arverás (Nació en 1917)

¿…y yo que hago?  me dije, y nada pude contestarme, 
porque no hago nada más que versos…y eso es poco. (Anónimo)

Le dije al labrador. - ¿Qué haces, hermano?
- Rompo la tierra, dijo, luego siembro,
y a la vuelta del año lleno un carro
con maduras espigas y deseos.

Le dije al forjador: - ¿Qué haces, hermano?
Y descansando el hierro sobre el hierro,
la paz celeste de sus ojos francos
depositó en mis ojos el silencio.
Le dije al tejedor: - ¿Qué haces, hermano?
Y sin romper la línea del estrépito
- Labor de araña  dijo, señalando
los telares que viven de sus sueños.

Le dije al fundidor: - ¿Qué haces, hermano?
El cerró la compuerta de sus fuegos.
Sonrió. Y sus voz de chispas dijo el salmo
victorioso: -¡Trabajo, compañero!

- ¿Qué haces, hermano? dije al artesano.
- Una caja de pino para un muerto.
Perfumadas espiras le brotaron
sobre su mano siempre de regreso.

El labriego, el herrero, el artesano,
el tejedor, el fundidor dijeron
con su palabra simple, del trabajo,
lo que nunca diremos con un verso.


De “Regreso  de la esperanza” 

Pequeño diccionario de lugares comunes - “Manto de Estrellas y otros Mantos”

Estas tres palabras, repetidas hasta el hartazgo arcádico, fueron escritas aproximadamente entre los siglos IV a.C., por un ignoto escriba persa, que narró en los conocidos anales del rey Artajerjers III, la expulsión de lo que hoy sería su “ministro de economía” por haber escondido en la estantería de perfumes que estaba en el baño real, cierta cantidad de oro destinado a la compra de un Zigurat propio.
Según Rawilson, quien tradujo la tableta de arcilla correspondiente, cuando el funcionario imploró el perdón por parte del monarca, éste lacónicamente le dijo:
“No te preocupes. Pondré sobre ti, un manto de estrellas” Acto seguido, se lo llevaron campo afuera, donde lo desnudaron y estaquearon boca abajo toda la noche. Unos ciento veinticinco magos vestidos con su característico bonete y manto con estrellas bordadas, que casualmente pasaban por allí mandados por el rey,  aprovecharon la oportunidad que Baal les daba. Uno por uno, sin sacarse su manto, se colocaron sobre el infortunado ministro para infundirle ánimo. Vez tras vez repitieron la ceremonia dándole más y más ánimo hasta que despuntó el día. Al mes siguiente, el ex ministro, ya reconciliado con el monarca, ocupó la recientemente creada “Subsecretaría de la Mujer Persa”
Por último, y a raíz de este incidente, también se le anexaron los términos “Manto Blanco”, “Manto de Blancura” y “Manto de Piedad” para describir mejor la escena. Esta historia nos enseña que el uso de lo que se cree una bella y poética metáfora, no es más que algo prosaico y vulgar, por lo que recomendamos discontinuar para siempre su uso.

Café con estrellas - Ezequiel Feito

Sentado en la calle, en la noche saboreo
un humeante café como en viejos tiempos.
La taza miro. En su espejo errante
aparece una estrella. La bebo en un instante,
y pronto aparece otra estrella nueva
que vuelvo a beber. Mi garganta lleva
bebidas estrellas, galaxias, planetas,
la vida y la muerte, la materia sin nombre
y todo el infinito que imaginó el hombre
en el simple reflejo de una taza que humea.

Perro rengo - Ezequiel Feito

Lo miré mientras iba hacia la escuela
confundido en el asfalto.
Una mancha casi parda. Una cualquiera.
Era un pájaro caído. Uno de tantos.
Con pena me detuve, quizás maravillado.
No podía describirlo. Era un guiñapo.
Una masa que describe otro poeta
en otra calle, otro país, en otro asfalto.
Ante el sol, relucían como estrellas
las manchas que su sangre ha regalado
al olvido. Pensé en ellas,
en tomarlas y escribir un poema afortunado.
“Escrito con sangre de un ruiseñor”  diría
y otras idioteces de ese grado.
Apurado, me di vuelta hacia el colegio
Una cuadra me bastó para olvidarlo.

POEMAS - Friedrich Hölderlin

Uno de los más grandes poetas líricos alemanes, cuya obra tiende un puente entre las escuelas clásica y romántica. Su poesía, olvidada muchos años, fue redescubierta al principio del siglo XX. Nació en Lauffen-am-Neckar. El poeta alemán Friedrich von Schiller publicó algunos de los primeros versos de Hölderlin en sus periódicos y obtuvo también para él diversos puestos de tutor. Después de un incidente amoroso con la mujer de su mecenas, pasó dos años en Hamburgo donde empezó a desarrollar su característico estilo poético. Hölderlin sufrió en 1802 el primero de los episodios de la enfermedad mental que iba a afligirle hasta su muerte. En 1807, tras algún tiempo en una institución de Tubinga, fue puesto a cargo de un maestro carpintero local llamado Zimmer. La poesía de Hölderlin se caracteriza por una intensa subjetividad, pero al mismo tiempo sus cualidades expresivas se ven atemperadas por la contención y el equilibrio del clasicismo griego. No usaba rima, en su lugar escribía con una forma poética flexible conocida más tarde como verso libre. Es famoso sobre todo por sus poesías líricas, entre las que se encuentran La esperanza y El aeda ciego, y por alguna obras más amplias como la novela Hyperion ( 1797-1799), la historia de un luchador por la libertad griega, y la tragedia inacabada Empédocles (1798-1799). Su obra influyó poderosamente en la generación del 27 sobre todo en Luis Cernuda.



El joven a sus juiciosos consejeros

¿Pretendéis que me apacigüe? ¿Que domine
este amor ardiente y gozoso, este impulso
hacia la verdad suprema? ¿Que cante
mi canto del cisne al borde del sepulcro
donde os complacéis en encerrarnos vivos?
¡Perdonadme!, mas no obstante el poderoso impulso que lo arrastra
el oleaje surgente de la vida
hierve impaciente en su angosto lecho
hasta el día en que descansa en su mar natal.

La viña desdeña los frescos valles,
los afortunados jardines de la Hesperia
sólo dan frutos de oro bajo el ardor del relámpago
que penetra como flecha el corazón de la tierra.
¿Por qué moderar el fuego de mi alma
que se abrasa bajo el yugo de esta edad de bronce?
¿Por qué, débiles corazones, querer sacarme
mi elemento de fuego, a mí que sólo puedo vivir en el combate?

La vida no está dedicada a la muerte,
ni al letargo el dios que nos inflama.
El sublime genio que nos llega del Éter
no nació para el yugo.
Baja hacia nosotros, se sumerge, se baña
en el torrente del siglo; y dichosa, la náyade
arrastra por un momento al nadador,
que muy pronto se sumerge, su cabeza ceñida de luces.

¡Renunciad al placer de rebajar lo grande!
¡No habléis de vuestra felicidad!
¡No plantéis el cedro en vuestros potes de arcilla!
¡No toméis al Espíritu por vuestro siervo!
¡No intentéis detener los corceles del sol
y dejad que las estrellas prosigan su trayecto!
¡Y a mí, no me aconsejéis que me someta,
no pretendáis que sirva a los esclavos!

Y si no podéis soportar la hermosura,
hacedle una guerra abierta, eficaz.
Antaño se clavaba en la cruz al inspirado,
hoy lo asesinan con juiciosos e insinuantes consejos.
¡Cuántos habéis logrado someter
al imperio de la necesidad! ¡Cuántas veces
retuvisteis al arriesgado juerguista en la playa
cuando iba a embarcarse lleno de esperanza
para las iluminadas orillas del Oriente!

Es inútil: esta época estéril no me retendrá.
Mi siglo es para mí un azote.
Yo aspiro a los campos verdes de la vida
y al cielo del entusiasmo.
Enterrad, oh muertos, a vuestros muertos,
celebrad la labor del hombre, e insultadme.
Pero en mí madura, tal como mi corazón lo quiere,

La bella, la vida Naturaleza.

Pentalogía olímpica - Por Ezequiel Feito

El choripanero de Zeus

Cierto día, mientras que el gran Zeus
enviaba, uno tras otro sus potentes rayos
- sin compasión, ni recelo. Como alguien
que destruye mundos como jugando -
pasó debajo de él un choripanero.
El aroma de aquella carne inundó el Olimpo.
Fue suficiente
para que el dios dejara su tarea o entretenimiento
y desde la nube gritara: “Oye mortal,
alcánzame uno. El más jugoso”.
El hombre comenzó a prepararlo. A Zeus
cierta baba temprana iba inundándole la boca
y dibujando en sus labios la tenue sonrisa de un infantil capricho.
Aquel hombre puso la carne en un pan cualquiera ,
la adobó, y como pudo
se lo entregó a su majestad de las alturas.
Zeus le dio algo a cambio. No supe qué era,
y el choripanero se alejó hasta más allá de la calle perdiéndose de vista,
mientras que el dios, recostado en la nube
y aún con el sabor a carne, pan y grasa en su boca
dejó de lado sus rayos y su corona y se recostó a dormir.
Sé con quien soñó: Fue con el choripanero.


El sueño de Marte

-“Dos veces dormí en mi vida”
  me dijo aquel dios de oblicuos ojos
y roja mirada   “Dos veces”
 y apuró un vaso casi lleno de moscazo.  
“La primera fue cuando Venus
me mostró una guerra
que yo no conocía”  el moscato
regurgitó en sus labios.
“Después estuve muchos años
despierto, sin dormir un solo día,
o un solo instante”
 y me clavó sus ojos de bronce
afilados en sangre.
“La segunda y última será hoy,
aquí, en este bar inmundo, en esta mesa
sucia, grasosa, lisa y sin ideas.”
  Y dejó caer brutalmente su cabeza -
Estaba loco o borracho. Tan borracho
que pagué la cuenta y me alejé sin despedida.


La olla de Venus

La encontré en una pensión barata
mientras revolvía una olla de carne rancia.
Una mueca indiferente me hizo como único saludo
desde el gastado látex de su alma
y siguió revolviendo aquella olla que hervía
sobre la estúpida y banal fragua de Vulcano.

Indignado al verla así, le hablé del amor y se rió
haciendo resonar sus dientes en un castañeteo inútil,
mientras se rascaba bajo la cintura como si tuviera
pegada aquella valva en el estéril vientre.
-“El amor  me dijo mientras revolvía aquel dulce amasijo -
es el engordar barato de una olla
que continuamente cocina su carne cruda en un jugo imbécil.
Yo soy la diosa de ese amor. Mi desdentada boca
no alcanza a triturarlo. Sólo mi lengua
es capaz de embriagarse de ese acre paladear de sombras”.

Pagué su precio y me fui. Seguía revolviendo
mientras reía o lloraba, aquel pegote inmundo.
Las flores que compré las coloqué en su frente,
silenciosamente como cualquiera lo haría en una tumba.


Las charlatanas  del Helicón

Sobre la bruta piedra que se eleva
formando en el Helicón densa muralla,
se escucha “¡El mal es bien y el bien es mal! ¡Sea!
¡Cortemos los aires y la niebla!” Calla
la tempestad su trágico caldero
ante las tres sombras que el Aganipe traza.
Sombras. Más que sombras fingidas por el miedo,
que en el monte están. Allá en su magia
cocinando un cadáver soñoliento
incapaz de saciar su voraz antropofagia.

Erato revuelve, despiadada,
la estética en un caldero, lentamente.
Ciega, desnuda, casi helada,
sin nada que mostrar. Loca. Callada,
luciendo una ignorancia irreverente.
Polimnia arrima su tridente
de palabras encontradas,
metáforas espesas y rimas agotadas
aburridas ya de su danzar solemne.
Y Calíope, la musa de la espada
con aquella carne tibia piensa hacerse
un almanaque a color, unos breviarios,
una mesa de bar y unos pasteles
que nadie comerá porque están agrios
(que nadie comerá porque no entienden).

“Sombras que finge el miedo ¿cuándo volveremos a juntarlas?
¿Cuándo truene, cuando llueva o relampaguee?
El mal es bien y el bien es mal. La niebla
al cadáver hinche y con su sangre riegue
el monte inaccesible. Para pocos
sea aquella vulgar carne que incombustible hiede,
incómoda, dura, indigerible
sin más virtud que el haber muerto por la peste.
¿Podremos limpiar nuestras bocas luego de gustarlo,
de aceptar sus versos
malditos, duros.
Tan duros que parten nuestros dientes?”

Sobre la bruta piedra que se eleva
formando en el Helicón densa muralla,
se oyen las risas de tres brujas más que horrendas
bajo sombras que lamentan el infierno y la palabra.


Las rosquillas de Homero
( Legado escrito a la manera de Villón )


En el año dos mil cuatro
yo, Homero Simpson, dios griego
de los infiernos, en plenitud de mis facultades
y actuando como los demonios, libremente,
ordeno a Marge que venga y traiga
abundantes rosquillas.
Que lo haga cuidadosamente para que ninguna se rompa
y nadie pueda reprenderme.

Dejo para Skinner
las que tienen forma de aquellos estudiantes
que a su paso todo niegan y destruyen mientras los observo
del otro lado de la nada.
¡Son tan dulces! ¡Son mis favoritas
por la inconsciencia de su carne, sin ley y sin futuro!
Ítem, dejo a Marge aquellas que empalagan
por estar rellenas de enamorados fieles
y vientres abandonados,
aún ebrias del instante y su risa escasa.
Su digestión durará lo que el amor de una noche en el cerro
o en una calle oscura y cercana.

¡Aún no terminé! A Bart le tocan las más rancias,
de olvido llenas y recubiertas de palabras
casi como cáscaras,
cuyo interior dejó en bailes y tabernas
y en la diversión banal de sus mesas engrasadas.

Ítem, dejo para Lisa
las de abundante tinta y espesa salsa
de rebuznos eruditos.
No creo que las coma, su  carne es rancia.

Ítem, dejo a jueces y políticos las más ineptas.
rellenas de insolentes jóvenes,
de baratos choripanes, prostíbulos humeantes y mesas crasas,
para que continúen su reino embrutecido,
de ausente autoridad y eficaz terapia.

Ahora dile a Barney que me traiga del Leteo
una botella para festejarlo. A mi lado ven y prende la pantalla.
Porque a la sociedad de Springfield también le dejo
los adultos impotentes que la juventud degrada,
y a Beethoven en una remera malcubriendo
los senos bizcos de una estéril danza,
con cambios de roles y parejas. También obsequio,
en perpetuo movimiento y sin alma,
machos y hembras tempranamente juveniles.

Nada más me queda. Siéntate y calla,
ante esta sociedad enferma por los mismos
que serán sus herederos. Hoy, mañana,
mientras tú y yo, Marge querida,
seguiremos comiendo nuestras rosquillas.
Dulces, sabrosas, tiernas rosquillas,
en el plácido infierno de nuestra caída raza.

PRONÓSTICO ELECTORAL INFORMATIZADO - por Eros Verdull

Dispongo de un método para conocer, anticipadamente, los resultados de las próximas elecciones en Balcarce.
No se basa en proyecciones ni encuestas costosas. Conseguí lo que podría llamar un oráculo contemporáneo: me enviaron desde los Estados Unidos un programa elaborado por el equipo de la mismísima Pitonisa, Bill Gates, capaz de responder a multitud de preguntas con una precisión aceptable. Basta con introducirlas a través del teclado o de la voz. El programa posee una base de datos excepcional; comienza a descartar las respuestas más improbables y al cabo de unos segundos lanza el esperado vaticinio, simultáneamente por la pantalla y con una voz cavernosa de acento inglés.
Según me explicaron, es el que están utilizando los estrategas norteamericanos para decidir cómo debería estar constituido el nuevo gobierno de Irak, alternativo a la democrática opinión de sus sufridos ciudadanos.
Mi oráculo no es todavía perfecto. Ocurre que originalmente fue creado en inglés, así que tuve que realizar una traducción al castellano y evitar inconvenientes idiomáticos. Fue un proceso largo y complejo y debí descartar parte de los archivos -los que se referían a preguntas insustanciales- para utilizarlo en las primeras pruebas. Asimismo, incorporé aquellos que contuvieran datos locales de modalidades del acto comicial vernáculo, conformación de las listas, referencias de los candidatos, particularidades de la campaña electoral, etc.
Decidí probarlo ante testigos, imbuido de un espíritu pluralista acorde al tema: convoqué para eso a algunos amigos que pertenecen a las distintas corrientes políticas balcarceñas. Antes del experimento, les hice firmar un compromiso de que no se pondrían a discutir sobre cada cuestión, para no retardar el proceso y obtener resultados, de ser posible, antes del 28 de octubre.
Se sentaron los ocho en arco detrás de mí, comenzó a circular el mate y arrancamos con la primera pregunta:

¿Es este un proceso eleccionario limpio?

Con una rapidez vertiginosa la computadora empezó a mostrar en la pantalla las respuestas que iba descartando, mientras la voz gruñía y los fiscales, detrás, se retorcían en sus sillas. Yo temía que rompieran el compromiso asumido, pero se mantuvieron en sus cabales. Cuando el descarte terminó nos abalanzamos sobre la pantalla. La respuesta decía:

Si usted lo cree, siga participando.

La voz repitió más o menos lo mismo, aunque era imposible entender su castellano chapuceado con entonación gringa y algo de árabe.
Les expliqué a mis acompañantes cómo funcionan los oráculos desde la raíz de los tiempos, con esos enunciados que requieren interpretaciones, y al oírlos insinuar ocho distintas seguí con la segunda pregunta, acompañado otra vez por un silencio religioso que sólo interrumpía la succión final de algún verde:

¿Cómo se ha caracterizado la campaña electoral?

Otro descarte de respuestas, nuevos gruñidos y finalmente, una gran decepción: la pantalla en blanco. Los fiscales suspiraron en sus sillas y el mate se detuvo. Pero medio segundo más tarde, la voz respondió con una larga perorata que sólo pudimos comprender a medias.
Uno de los presentes, miembro de un grupo literario además de político, reconoció que el programa nos estaba devolviendo un antiguo poema medieval. Otro, aficionado a la filosofía, se puso de pie y apuntando con el índice hacia el techo exclamó que esa era una suposición a priori. Un tercero, estudiante de latín en sus tiempos mozos, murmuró: Nolite mittere margaritas ante porcos. Aplaudimos, porque nos pareció que hablaba de una flor. Otro se paró sobre la silla y comenzó a arengarnos, indignado, para que renunciáramos a la extranjerización colonialista de la voluntad popular, enfatizando a cada momento que fiel a sus principios y los de su partido, de una antigüedad más rancia que el latín del preopinante, se negaba a participar de esta  farsa. Por mayoría decidimos reiterar la pregunta y grabamos la voz para desmenuzar a gusto la enigmática respuesta. No pudimos dilucidar si efectivamente era el mentado poema u otro, pero la voz terminaba en cada pausa con palabras rimadas. Se sucedían las terminadas en ente, tales como diferente, gente, intendente y algunos de los que me acompañaban enrojecieron, aunque yo no podía verlos porque ya estaba tecleando la próxima pregunta:

¿Cuál es el factor que mayor incidencia tendrá en el voto positivo de los balcarceños?

La máquina enloqueció. Me pareció que su voz emitía un largo suspiro. Uno de los fiscales se retiró, discretamente, a calentar el agua. Cuando se suponía que la respuesta debía estar lista, nos encontramos con un rectángulo negro y un largo silencio. Todos coincidimos en que el programa había tenido una falla y nos dispusimos a resetear la computadora. Mi dedo se dirigió al botón correspondiente, pero en ese brevísimo lapso la pantalla revivió y se cubrió, desde el extremo superior izquierdo al inferior derecho, con un signo que no comprendimos:

$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$.

Nos encogimos de hombros, seguros de habernos olvidado de corregir algunos archivos, y continuamos con la siguiente:

¿Cuál es el factor que mayor incidencia tendrá en el voto negativo de las urnas?

Otra vez el descarte informatizado, veloz, lógico, de primer mundo, y una nueva decepción: la pantalla en blanco y mi dedo apuntando al botón de resetear. Pero esta vez fue la voz de la máquina la que nos envió otra respuesta absurda: un largo zumbido que no supimos interpretar, aunque según me pareció alguno de los presentes volvió a enrojecer.

Bzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz...

... se extendía la respuesta sin final.
Decidimos que ahora sí había que resetearla y cuando el programa se recargó acordamos entre todos que debíamos concentrarnos en las cuestiones más importantes, las referidas a los candidatos con mayores probabilidades.
Tecleé:

¿Habrá profesionales entre los elegidos?

La respuesta fue inmediata:

Pregunta absurda. La siguiente, please.

Detrás se insinuó otro debate interminable. Antes de que prosperara recordé en voz alta que el programa estaba pensado para la reconstrucción democrática de Irak, un país con shiitas, sunitas y todo eso, y no para Balcarce, crisol de razas, credos y demás.
Imprevistamente, la máquina había descifrado mis palabras y escribía en la pantalla:

Primero petróleo, segundo geopolítica, etnias y el resto irrelevante.

Las opiniones subieron de tono, así que propuse formular la pregunta clave.
Con el interés concentrado de todos los presentes y  los dedos temblorosos, tecleé:

¿Cuál es el nombre y apellido del intendente de Balcarce que surgirá de estas elecciones?

La máquina demoró menos que en los casos anteriores. Antes de que pudiéramos terminar otra rueda de mates, la respuesta centelleaba en la pantalla:

Osama Bin Laden.

Nos despedimos cordialmente, satisfechos de haber comprobado que la inteligencia más aguda no puede superar el veredicto de esas cajas cuadradas, elementales, adonde irán a parar nuestros sobres esperanzados, esto es, las urnas de octubre.

El foclorismo musical - Por Alejo Carpentier

El folklorismo tiene ya una larga trayectoria entre nosotros. Pero su aparición en la Historia de la Música es bastante reciente, ya que data de los albores del Romanticismo... Me dirán algunos que, muy anteriormente, los maestros de la Escuela Nerlandesa habían trabajado con temas de canciones populares. Pero no convendría introducir un elemento de confusión inicial en nuestros razonamientos: el polifonista del Siglo XVI que construía una misa con el tema de "El Hombre Armado" o de la "Balada del Asno", no tenía conciencia de proceder a la manera de los folkloristas futuros. Tomaba un motivo popular donde lo hallaba porque se prestaba a un tratamiento polifónico determinado. El "qué" tenía mucho menos importancia que el "cómo", ya que en la elección de un tema humilde, demostraba el músico que era capaz de escribir páginas monumentales con cualquier material. En época de "cánones enigmas", de "cánones recurrentes", de juegos contrapuntísticos inacabables, transformar un tema cualquiera en una suntuosa arquitectura sonora, era prueba de maestría, del dominio del oficio. Algo semejante a lo que hace hoy un prosista como Raymond Queneau, cuando se entretiene en narrar una anécdota anodina de diecisiete maneras distintas, estableciendo un principio de "variación" verbal... Partiendo de un elemento popular, la "Misa del Hombre Armado" es lo contrario, precisamente, de una expresión popular. Además de que la idea de "nacionalismo", tal como hoy la entendemos, era ajena al hombre del XVI. Lo que caracterizaba el Renacimiento, fundamentalmente, era el anhelo de universalidad. "No hay empresa velada al Hombre", claman, orgullosamente, los coristas del "Orfeo" de Monteverdi
Con Herder y los pre-románticos alemanes; con los recopiladores de baladas escocesas y canciones renanas; con Gerardo de Nerval, que se jactaba en un poema famoso de "preferir una simple canción popular a toda la música de Weber", nace la palabra "folk-lore", y con ella, la idea de "folklorismo". Y es Weber, precisamente, quien será el primero en hablar de una "ópera alemana", buscando el acento nacional en el empleo de giros folklóricos. Pero a pesar de la atención creciente prestada a la canción popular, a la copla, la balada, la danza aldeana, esos elementos son poco usados en composiciones trascendentales -en aquellas que realmente hacen avanzar la técnica musical de la época. Nada deben las "Sinfonías", las "Misas", las grandes "Sonatas", los últimos "Cuartetos", de Beethoven, a la expresión popular. Casi nada la obra Schumann -aunque suele valerse de "géneros" populares, que le ofrecen algún esquema rítmico. Se me citará el nombre Schubert. Pero el "lied" de Schubert, escrito sobre poesías cultísimas, responde a una sensibilidad sumamente personal. Muy rara vez se vale de un tema ajeno. El acento nacional le surge, le brota, como debe acurrirle al músico de raza: le viene de "dentro para fuera", como le vendrá el acento francés a Debussy. En cuanto a sus admirables "Sonatas" de los últimos años, difícil sería hallar en ellas un elemento folklórico, fuera de ciertos giros rítmicos muy libremente interpretados... En cuanto a Listz, ahí están las "Rapsodias Húngaras", las "Fantasías sobre temas húngaros", ciertamente. Pero, hablando en serio... ¿cuál es el Listz que más admiramos? ¿El de la "Gran Sonata", o el de la "Rapsodia Nº 6"? ¿El de la "Sinfonía de Fausto", o el de la "Marcha Rackosky"?... Ahora se citará el nombre de Chopin, porque escribió las "Polonesas"... Pero ¿dónde está el folklore en la prodigiosa "Polonesa-Fantasía" (acaso la más admirable de todas), en los 24 "Preludios", en los "Estudios", en los "Scherzi"? ¿Y en cuanto a los "Valses"? Son personalísimas especulaciones sobre esquemas rítmicos que eran entonces de uso común en toda Europa. Para Chopin el Vals y la Mazurca eran, ante todo, "géneros" de composición... Queda el Wagner de "Los Maestros Cantores" -exclusivamente- pero éste es ya otro problema.

Una última oportunidad - Jorge Naselli

Ella no creía que en las líneas de las manos pudiese estar el futuro de las personas. Y mucho menos que en las cartas el Universo dibujara con estampas los arcanos de su vida. Por eso, cuando esquivó ofuscada a la gitana que intentó detenerla en la vereda (porque apurada se dirigía rumbo a su trabajo) no supo del encuentro con el gran amor que le esperaba un día de esos sentado frente a sus ojos en el vagón del subte. Tampoco supo de la casa pequeña, inundada de aroma a jazmín húmedo como el que crecía en un jardín tan pequeño como la casa; donde jugaban tres niños rubios (como ella) y de ojos transparentes color cielo (como él). Ni pudo caminar hacia una vejez suave como un otoño compasivo.
Porque, de haberlo sabido, no hubiese saltado del balcón del edificio donde ya no trabajaba. Porque la habían despedido. Porque debía dos meses de alquiler. Porque estaba sola...

Selección de poemas - Johann Wolfgang Von Goethe (1749 -1832)

Humildad

Cuando de los maestros veo las obras,
veo lo que hicieron, y ahí se tiene en pie;
cuando, en cambio, contemplo mis chapuzas,
tan sólo aprecio lo que debí hacer.


Pensamientos nocturnos

Yo os compadezco, estrellas desdichadas,
que brilláis con tan bellos resplandores,
que guiáis al marino en la tormenta
sin que os premien ni los hombres ni los dioses,
porque no amáis y no os ha sido dado
conocer el amor; en gentil orden,
por la horas eternas impelidas,
caminan sin cesar vuestras legiones
por la celeste inmensidad. ¡Que ruta
recorrido ya habréis, astros veloces,
desde que yo, en los brazos de la amada,
os olvidé a vosotros y a la noche!


Todo tiene su tiempo

Todo tiene su tiempo,
lo cercano se aleja,
lo cálido se enfría,
el joven envejece,
lo frío se calienta,
el rico se empobrece,
el loco se vuelve cuerdo.
Todo a su debido tiempo.

Estoy de tan buen humor

Estoy de tan buen humor,
me siento tan alegre y puro,
que si cometiera un error,
no sería error alguno.


El rey de los elfos

¿Quién cabalga por la noche y el viento,
lleva el niño en los brazos con cuidado?
Es el padre que lleva a su pequeño,
que lo arropa, que lo tiene agarrado.

¿La cara ocultas, hijo, con espanto?
¿No ves, padre mío, al rey de los elfos,
al rey, si, con la corona y el rabo?
Hijo, no es más que de la niebla un velo.

“Niño bonito, ven, vente conmigo
hermosos juegos jugaré contigo.
Hay flores coloridas junto al río.
Mi madre te hará de oro un atavío”

Oh padre mío, ¿no oyes padre mío,
cuanto el rey me promete con dulzura?
Calma, ten calma y guarda silencio, hijo
el viento entre las hojas secas ya susurra.

“¿Quieres venir conmigo, oh bello niño?
Mis hijas guían la danza nocturna,
mis hijas, verás, te cuidarán con mimo,
bailan, cantan, te mecen y te arrullan.”

Oh padre, ¿cómo es que no ves allí
en aquel lugar lúgubre, a sus hijas?
Hijo, hijo mío, veo muy bien, si:
viejos y grises sauces son que brillan.

“Te quiero, me atrae tu bella estampa.
Emplearé la violencia si no cedes.”
Padre, padre mío, ahora me agarra,
es el rey de los elfos que me hiere.

El padre se aterra y veloz cabalga,
llega a la granja tras un gran esfuerzo.
Tiene en brazos al niño que se encana.
En los brazos tiene al niño: está muerto.

Un amigo al que llamaban Toto - Por Jorge Dágata

¨Toto... era como un hombre con cuerpo de perro¨. Así describía un chico de la Escuela 1, allá por 1997, a este personaje de cuatro patas que recorría el centro, estaba presente en todos los actos y exhibiciones y elegía en cada jornada una clase a la que asistía como un alumno más, atento y respetuoso... hasta que sonaba el timbre del recreo y salía enredado entre las piernas de sus amigos, tan apurado como ellos, a jugar y compartir golosinas. Toto descansa ahora en la Plaza Libertad, enfrente de su escuela. Su evocación despertó un gesto que iluminó la cara de quienes lo conocieron y nos ayudaron a reconstruir esta historia, sencilla y emotiva como su protagonista. Aquellos chicos y chicas que hoy tienen más de veinte años escribieron algunas páginas sobre Toto. En una, se preguntan: ¨¿Cuándo nacerá un hombre así? ¨


Según Lucas Petigrosso (cuarto grado de entonces, turno mañana), ¨Toto nació con ocho hermanitos y cuando creció unas personas se llevaron a la madre y las demás crías. Se quedó solo, pero nosotros lo criamos... Iba de casa en casa. Llegaba a la escuela siempre a las 7:45 para saludar a la bandera¨.

Para Stella Cecilia Ghilardi (5to. 2ª.):

Como te sobra el amor
que los hombres no interpretan
decir que sos mi amigo
sonaría como ofensa.
Amigo es una medida
que a vos te queda estrecha.

Escribe Pablo Ferreyra (5to. 2ª): ¨Cuando estábamos por saludar a la bandera se ponía bien firme, o sea bien paradito. En el recreo nos pedía un poco de lo que estábamos comiendo... Lo querían todos los chicos y las familias que viven en el centro. Decía un señor que él siempre le daba de comer en su casa, todos los días y a la misma hora¨.
Marcelo Fabián Maza (4to. 1ª.) agrega que ¨él vivía en todos lados. Un día se quedó encerrado en una confitería y el dueño no se dio cuenta. Pero Toto empezó a aullar, el dueño le abrió la puerta y se fue¨.
Así nos vamos enterando de cómo sería la vida de este personaje, que dejó de ser uno más entre los perros vagabundos, por virtud del amor de aquellos chicos que hasta hoy, seguramente, no lo han olvidado.
Muy distinta de la vida de un perro hogareño, la mascota de la casa, el guardián, como interpretan algunos, o un miembro más de la familia, como aceptan otros. Muchos lectores coincidirán por experiencia propia -cada vez en mayor número, según parece- que en ese caso, cuando el perro adopta un amo significa que reconoce de buen grado una voluntad. Pero no de cualquier manera, servilmente. Lo hace con el acuerdo tácito e innegociable de que se respetarán sus modestos derechos, para él tan valiosos como para nosotros los que proclamamos hasta en los foros internacionales, sin que por eso seamos capaces de ponerlos en práctica, como ocurre con tanta frecuencia. La diferencia en su favor es que el perro no puede mentir, ya que no habla.
Nos permite ser severos con él, siempre que nos mantengamos justos. El engaño, el menosprecio, la injusticia, le provocan un rechazo capaz de alejarlo, hacia una separación que el alto grado de su afecto vuelve más dolorosa. Es sólo que nuestra soberbia de reyes de la creación algunas veces nos impide darnos cuenta. Quizás a todo esto se deba la comprobable afinidad de niños y perros.
Él no se fía en las palabras, a pesar de que comprenda el tono de una orden, un reproche o un trato amable. Puede entender perfectamente, más que el lenguaje hablado, un cambio de humor; si nos sentimos mal o estamos, en cambio, dispuestos a jugar con él; si hacemos los preparativos para un viaje que nos alejará por un tiempo. Quien quiera verlo lo verá en sus orejas, en los gestos de todos su cuerpo, aplastado contra el suelo, en su deambular por la casa y, por supuesto, en el ayuno voluntario que se impone por la ausencia, aunque nadie pueda valorarlo.
Si su amo  -mejor: su amigo- ha llegado triste a casa, cansado, frustrado en sus ilusiones por alguna de las tantas causas que cada día encuentra para estarlo, su perro se acercará cauteloso; se recostará en la almohada de sus pies para que sienta el calor, o apoyará el hocico en sus rodillas, no para pedirle nada, sino para ofrecerle compañía y una comprensión que el rey derrotado no encuentra en sus semejantes. Le estará diciendo: no importa si hoy fracasaste, si te traicionaron, si perdiste o te obligaron a renunciar a un sueño; no importa: también hoy, yo estoy de tu lado. Si el amigo humano logra entenderlo, a pesar de su proverbial limitación para descifrar los lenguajes más claros, el perro irá a buscar la correa y enfilará contento hacia la puerta. Le estará diciendo muy suelta y francamente que lo invita a dar un paseo, para que juntos olviden esos males que además de pasajeros, sabe bien insignificantes comparados con todo lo que el mundo ofrece de grato y saludable si se tiene una buena compañía.
Pero Toto no tenía un hogar así, ni un único amo o amigo. Lo suyo era el barrio: la plaza, la escuela, la Iglesia.

Los cachorros vagabundos
como criaturas huérfanas
valoran más la ternura
y pagan con más nobleza:
tan sólo pedías cariño
a los chicos de esta escuela.

Una expresión acertada de Stella Ghilardi (la niña de entonces), que una y otra vez en su página lo recuerda como a ¨un gran amigo¨.
¨Un día lo atropellaron -cuenta Lucas Petigrosso- pero a él nunca lo abandonaron. Lo cuidaron durante dos meses y después venía igual que antes a la escuela. Le costaba un poco subir los escalones, pero lo hacía¨.
¿Qué no haría, por puro sentimiento?
Toto murió, en escala humana, a una edad que rondaría los 91 años. Grandes y chicos de entonces decidieron que descansara en la plaza, enfrente de la escuela. Donde estaba su hogar.
Cuenta uno de los presentes en ese acto de despedida que un transeúnte preguntó a qué se debía la reunión de tantas personas en el lugar. La explicación que le dieron no lo conformó y siguió su camino con un gesto despectivo.
Una posible respuesta. La otra, esa valoración que exalta la amistad e interpreta a una escuela o un barrio -o un país- como una comunidad, no sólo una reunión de seres con conflictos, rivalidades e intereses, sino también, y principalmente, de afectos e ideales compartidos. Cuando los reyes de la creación lo olvidamos, es posible que Dios nos envíe a alguna de sus criaturas más humildes para que rascándonos con su patita o empujándonos con su hocico, aunque sea por un rato, nos conceda recuperar la capacidad de comprenderlo.


Este texto ya fue publicado en el Diario Semanal y por gentileza de su autor lo reproducimos nuevamente.

La generación del 40 - 2º Parte

Necrológica
María Elena Walsh

Hondo pesar ha causado
el deceso inesperado
a los 95 años de edad
del ilustre caballero  Orden
                      De la Cruz de Cuero
don Saturnino Pérez del Peral.

Como sus antepasados
a la cría de ganado
sacrificó su juvenil afán.
Luego halló en el Viejo Mundo
campo más vasto y profundo
para estudiar heráldica y viajar.

En su mocedad casóse
con doña Celedonia Pesos Pose,
dama de alcurnia y humildad sin par.

Autor de fuste y sin pausa,
profesor honoris causa,
ex secretario de la Liga Austral,
con austera fe cristiana
el Licor de las Hermanas
probó en exilio y adversidad.

Por el eterno reposo
del alma de tan piadoso
señor, se oficiarán en el Pilar
misa de cuerpo presente,
misa diaria, misa urgente
y misa en la Sociedad Rural.

Para ver si Dios se apiada
de este viejo rufián que no hizo nada
más que estafar a media humanidad.


Canción de cuna
María Elena Walsh

Duérmete niño mío
que viene el coco
a llevarse a los niños
que duermen poco…

Duerme tranquilamente,
que viene un sable
a vigilar tu sueño
de gobernante.

América te acuna
como una madre,
con un brazo de rabia
y otro de sangre.

Duerme con aspavientos,
duerme y no mandes
que ya te están velando
los estudiantes.

Duerme mientras arriba
lloran las aves
y el lucero trabaja
para la cárcel.

Apacienta sin culpa
decretos fáciles,
que los lirios del campo
no tienen hambre.

Si te duermes de prisa
vamos a darte
un avioncito verde
con tres gendarmes,
Una capa de cheques,
un estandarte,
y una bala tan dulce
que no te dañe.

Hombres, niños, mujeres,
es decir, nadie,
parece que no quieren
que tu descanses.

Duerme sin omisiones,
como quien sabe
que estos aparecidos
no son de nadie.

Rozan con penas chicas
tu sueño grande:
cuando no piden casas
pretenden panes.

Gritan junto a tu cuna,
no te levantes
aunque su grito diga:
“Oíd mortales”

Duérmete oficialmente
sin preocuparte.
Que sólo algunas piedras
son responsables.



Coplas con paloma
Nicandro Pereyra (De Coplas del cañaveral)

Paloma, palomita,
quién fuera del Acheral:
cantando hiciera la zafra
con guitarra y con puñal.
Repito para que entiendan
los amos de este lugar:
cantando hiciera la zafra
con guitarra y con puñal.

La palomita de azúcar
camina por el Ingenio;
la chimenea la mira
con su mirada de dueño.

La palomita de azúcar
yo les diré lo que es:
obrerito que en invierno
se mueve desde las tres.



Soldado muerto
Mario Alberto López

Te reconozco en íntegras heridas
usurpando el dominio de la hierba
y en la sangre que rige tu partida
en migración de desbandadas ciervas.

Te reconozco así, herido, muerto
en último además desordenado.
Condecorado tu perfil incierto
con una flor de sangre a cada lado.

¿Quién corrompió tu paz y las promesas
que en tu pecho aguardaban por cumplirse?
¿Quién te alejó de tu vino y de tu mesa?

¿Y quién dirá tu paso? ¿Quién tu nombre
sorprenderá en su labio repetirse
si ya no queda nadie que se asombre?






La poesía china - Parte III - Li Po

Para los chinos la poesía está mas ligada a su creador que a su propio lenguaje, haciendo del poema casi un rasgo autobiográfico, iluminando la existencia del poeta, haciendo que su entera compresión solo sea posible si se lee en el contexto de su vida misma. Un poema es la voz de un poeta que involuntariamente se dirige a la posteridad o el mundo, pero que habla casi en exclusivo para un grupo de amigos o quizás a si mismo. Por eso la gran mayoría de los poetas de ayer y de hoy escriben mas, para su inmediato entorno de amigos y conocidos, que para el publico en general y es mas que suficiente si ellos celebran su trabajo.
China ha sido un país de agricultores y de allí la importancia que se ha dado -en y fuera de la poesía- a «la naturaleza»: los cambios de las estaciones, la observancia de los rituales o el destino de los campesinos. En contraste con las ciudades, que representan riqueza, poder y corrupción, las montañas ofrecen seguridad, serenidad y libertad, un lugar donde uno puede disfrutar de la
grandeza de los paisajes, llevar una vida de acuerdo con las reglas del taoísmo o el budismo, o ir a la búsqueda de plantas medicinales que prolonguen la vida. Para los poetas burócratas, amenazados casi siempre por los reveses de la fortuna o la muerte, soñar con una vida placentera entre las montañas fue uno de sus ideales. Sin contar que cuando las guerras civiles estallaban, o los invasores extranjeros venían del norte, ir hacia las montañas era la casi única forma de salvar el pellejo. Pero si los occidentales ven en la naturaleza una expresión del Ser Supremo, para los chinos, imbuidos de taoísmo y budismo, la naturaleza es el cuerpo mismo del ser absoluto. Para ellos cada elemento del paisaje, desde el más sublime hasta el más bajo, son manifestaciones idénticas del Tao. Y el hombre, lejos de ser el amo y protector de la creación, es apenas uno más de esos elementos.
Aun cuando en las antiguas colecciones de poemas abunda el tema de la muerte, fue durante la época Han cuando los poetas cantaron, con mayor vigor, a la aterradora brevedad de la vida y el miedo a desaparecer. Con el tiempo, el arte y la literatura se han ocupado del asunto, celebrando la inmortalidad mediante la búsqueda de ella en los vientres de las montañas, o volando hacia los cielos en las alas de alguna de sus míticas grullas. Para los confucianos, sin
embargo, la inmortalidad es mas un asunto de salud física y descendencia, que del recuerdo que tengan de uno los vivos.


Amarre nocturno

Una cala en el río del Oeste.
El cielo azul aún. Ni el jirón de una nube.
La cubierta inundada por la luna.
Los tiempos de antes: Hsieh, gran general.
Yo le hubiera leído este poema.
Otros leyó, no míos. Hoy es sombra entre sombras.
Filo de luz: el alba. Leve viento: zarpamos.
Silenciosas caían las hojas de los arces.


Salida de Poi-ti

Al alba dejo Poi-ti, alto entre arreboles:
He de llegar abajo, hasta Kia-ling, antes de que pardee.
Entre los farallones chillar sin fin de monos.
Diez mil rabiones desciende mi chalupa.


Pregunta y respuesta

¿Por qué vivo en la colina verde-jade?
Río y no respondo. Mi corazón sereno:
Flor de durazno que arrastra la corriente.
No el mundo de los hombres,
Bajo otro cielo vivo, en otra tierra.


El santuario de la cumbre

La cumbre, el monasterio.
Ya es noche. Alzo la mano
y toco a las estrellas.
Hablo en voz baja: temo
que se despierte el cielo.


Ante el monte Ching-t´ing

Pájaros que se pierden en la altura.
Pasa una nube, quieta, a la deriva.
Solos y frente a frente, el monte y yo
No nos hemos cansado de mirarnos.


Li Po (701 - 762). Es el poeta más famoso y popular de la dinastía Tang, considerada la época de oro de la poesía china. Según testimonios de su tiempo, escribió cerca de 20.000 poemas, de los que se han conservado menos de la décima parte.

LA ARGENTINA DE LOS AÑOS TREINTA - Rescatada por Jorge A. Dágata

Desde que José Luis Torres propuso el término, el lapso comprendido entre las revoluciones del 6 de setiembre de 1930 y el 4 de junio de 1943 es conocido como Década Infame. Nominación exacta, representada políticamente por el fraude, el soborno y la coersión, económicamente por una entrega ilimitada al imperialismo británico y los intereses agroimportadores, y socialmente por la represión, la desocupación y la inseguridad, todo ello espolvoreado por una permanente corrupción que abarcó a todos los estamentos sociales argentinos.
Pocos han pintado como Jorge Abelardo Ramos lo que fueron esos años: ¨La moneda era sana, pero los hombres estaban enfermos. El Ejército rechaza a miles de jóvenes por inaptos. La tuberculosis hace estragos. La palabra neumotórax es una palabra del año 30... La pequeña burquesía se degrada: se forma una subclase de desocupados... Buenos Aires se puebla de buscavidas y de oficios inverosímiles... La pequeña burguesía tirita bajo el vendabal... En 1935 se empeñan en el Banco Municipal de Préstamos 10.340 máquinas de coser. SE acuña el vocablo manguero. El mate había sido una necesidad en los viejos tiempos de la pampa libre; luego fue un vicio amable en las conversaciones lentas. En 1930 es de rigor como alimento casi exclusivo, con el biscocho con grasa. Reina el bar automático. Con una moneda, baja del tubo sucio un sandwich indiscernible. Era el templo gastronómico, para los gourmets de la crisis: revestido de azulejos, como el hospital o la morgue... humedad, sofocación, un vaho de grasa y tristeza. Con el habano en los labios, rechoncho y cínico, con un busto metálico de Gorki en su despacho y un rápido gatillo, Natalio Botana hacía de Crítica el órgano cotidiano del crimen y el escándalo... el senador Serrey, legislador fraudulento por Salta, proyectará la Ley de Profilaxis social y la prostitución se hará clandestina... La sífilis y la blenorragia se expandirán triunfalmente... En Mendoza millones de hectolitros de vino desbordan alegremente las acequias y el trigo se acumula en los silos mientras el país entero se dobla de hambre... En las madrugadas los desocupados rodean a los canillitas que venden La Prensa. Los ofrecidos son mucho más que los pedidos...¨
No son años para andar en chiquitas ni para modales suaves. Cuando alguien molesta demasiado al Régimen, se lo baja de un tiro. Así liquidan en Córdoba al diputado provincial socialista José Guevara. Y si cuadra, hasta los recintos parlamentarios pueden servir de stand de tiro: el senador Bordabehere cae perforado por una bala dirigida a Lisandro de la Torre, en pleno Senado, y el asesino, Valdez Cora, sale del paso con una condena formal.
Es el tiempo de los grandes pistoleros y las bandas organizadas: el Pibe Cabeza, Mate Cocido, Bailoreto, Chicho Grande y Chicho Chico. Tiempo de grandes crímenes y pequeños asesinatos. Recuerda Félix Luna: ¨...el secuestro de Abel Ayerza, el asesinato del millonario Alzaga. La maffia domina en los bajos fondos. Avellaneda y Rosario son otras tantas Chicago. A fines de octubre se produce un hecho tristemente significativo. Matan en Avallaneda a Ruggerito, personaje de vida tenebrosa, vinculado a todo el malevaje urbano y suburbano. Lo asesina el Gallego Julio en saldo de viejas cuentas. Pero el episodio, que parece arrancado de una novela de Arlt, se escurre en el plano tenebroso de la crónica policial para cobrar relevancia nacional. Ruggerito era presidente de un comité conservador de Avellaneda y miembro prominente del entorno matonesco de Barceló. Su ataúd es envuelto en la bandera argentina y llevado a pulso por cinco mil personas...¨
La policía estaba en otra cosa. Para los delincuentes comunes, el dulce trato que las leyes prescriben; para los presos políticos, el nuevo invento del Régimen: la picana eléctrica. En Avellaneda, Barceló es un jeque, dueño absoluto de vidas y honras. Convierte a su satrapía en la capital de la timba, la coima, la prostitución y el peculado. Superior a Al Capone, que nunca llegó a ser alcalde de Chicago, posee un poder sólo limitado por su voluntad.
Desde La Plata gobierna la primera provincia argentina don Manuel Fresco, con pujos de Mussolini de entrecasa, aunque devotamente servidor de los intereses de su Graciosa Majestad Británica, desde sus tiempos de médico de los ferrocarriles ingleses. En su sede gubernamental ofreció una imagen de matonismo viril a lo Duce ganando elecciones a fuerza de cinismo, violencia y un fraude que hoy, a la distancia, parece inverosímil.

De un artículo de Miguel Angel Scenna para ¨Todo es historia¨, mayo de 1970.

MEMORIA SIN DERECHOS

En el año 2006, el Foro Cívico Balcarce convocó a alumnos del nivel polimodal a expresarse en torno a la vigencia de los Derechos Humanos. El 11 de diciembre pasado fueron presentados los trabajos en el Microcine del Museo Fangio. Publicamos parte de uno de ellos.   
Este es un libro de poesías, poesías que surgieron de nuestras mentes al pensar en el dolor de aquella época terrible, la dictadura argentina de 1976.
Luego de haber leído un novela que nos inspiró, "Cruzar la noche" de Alicia Barberis, fuimos alentados por nuestra profesora de Lengua y Literatura para la realización de estas producciones. Al observar que las poesías que surgían tenían una calidad notable, nos propusimos recopilarlas y confeccionar este volumen. Vale la pena destacar el esfuerzo grupal, valorando la libertad de expresión, la capacidad de dar lo mejor de nosotros y el sentimiento que posee cada verso.

Un granito de arena para que no exista el olvido y para que jamás vuelva a repetirse.


Porque tú ya no estás
Daniela Merino

Por las noches te recuerda
por los días te busca
y te encuentra, como siempre, ausente.

¿Adónde has ido a parar?
Él no tiene dónde irte a llorar
ya nada es como antes
nada volverá a ser igual.

Sólo tengo algo que decirte
tal vez jamás lo escucharás,
pero en su memoria y en la de los demás
tu siempre te encontrarás
y no te preocupes
no se repetirá.




Tiempos para olvidar
Fiorela Fasciglione - Jessica Quiroga

Cuánto dolor.
Cuánto horror,
Quién me puede explicar.
Todo lo que pasó
todo mi pasado, un horror.

Tiempo de recordar,
recordar a mi familia,
familia que no conocí,
pero que quisiera
haber conocido y disfrutado.

Tiempo de olvidar,
olvidar a los que me
separaron de mi familia
y me negaron mi identidad.
Identidad difícil de recobrar.

Cómo hacer para perdonar
cómo hacer para olvidar,
cómo recuperar tanto tiempo,
tanto tiempo, tantas mentiras.
Tanto dolor, tanto horror.



Inconsciente
Natalia Spinelli

¿Cómo quitar esta sensación
de no tener una identidad?
Neblina amarga en mi mente,
que no acepta la realidad.

Ahogo el grito de ayuda,
no espero que todo cambie.
Soy un desaparecido,
sencillamente nadie.

Mi alma está perdida,
en los brazos de Argentina,
que en esos años de horror,
me arrancó la vida.

Soy sólo uno más,
artista, bohemio,
que sigue en aquel sendero
que no tiene remedio.

Acepto el rechazo
escucho la última canción.
Estrecho mi mano con el tiempo
y desaparecc esta sensación.



Cien lunas, mil soles
Augusto Petrucelli

Te esperé
Cien lunas,
Cien soles.

Pero el viento
Se llevó mis recuerdos,
Los colores.

Te lloré un río,
Un mar de lágrimas,
Y arrasó mis esperanzas.

Te esperé
Mil lunas,
Mil soles.



4 de marzo del 76. Operativo Aries Golpe Militar...
Francisco Soriano

Fin de la democracia
pueblo sin libertad
días de silencio,
días de incredulidad,
épocas sin protesta
no se puede hablar.

30.000 desaparecidos
este golpe dejó.
Angustias y sufrimientos
jamás se olvidarán.

Que nunca en Argentina
vuelva esto a pasar
Ya se ha dicho "nunca más"...






La poesía china - parte II - Wan Wei

En cualquier nivel social, la poesía ha penetrado en la vida y la historia,  quizás no haya otra faceta de su cultura que posea más universal aprecio. En China no han existido los poetas profesionales, pero se puede decir que «la gente común» con sus formas coloquiales y estilo del habla, y los literatos, de vasta erudición y sofisticadas sensibilidades, son los que con mayor frecuencia la han producido. Su poesía ha servido para cantar a los espíritus de los antepasados, celebrar las bellezas de la naturaleza, demostrar amistad, servir de compañía en las reuniones sociales, hacer críticas políticas, serenar el dolor, o progresar en un galanteo amoroso. Dos hechos llaman la atención en esta poesía: su antigüedad y continuidad. El descubrimiento, en el siglo primero antes de nuestra era, de una técnica para hacer papel y la invención de la imprenta, siete siglos después, ayudó grandemente a la diseminación y conservación de la literatura, y desde entonces son cientos y cientos los trabajos que los chinos han consagrado a la recopilación y estudio de su poesía. Otra de sus virtudes es su fácil comprensión, así la poesía china, como cualquiera otra gran tradición poética, tenga sus convenciones particulares, algunas de las cuales suelen parecer extrañas a un lector común. El tratamiento que han dado al amor romántico, por ejemplo, aparece presentado casi en exclusivo desde el punto de vista de las mujeres, haciendo énfasis en el sufrimiento y desamparo de su situación. En otros casos, la corte imperial y los monarcas y concubinas, son equiparados a los cielos, o a maravillosas damas del firmamento, y los favores del emperador, a la lluvia que da vida o el rocío de la mañana.
Además de estos estereotipos, la poesía china tiene un buen número de mitos y leyendas que sirven para agregar significantes a sus habituales alusiones a famosos sucesos y personajes del pasado. Y como se ha dicho muchas veces, esta tradición poética tiene un tono que se acerca mas al sentido común y es raramente filosófico, o vinculado a cosas supra naturales o extravagantes vuelos retóricos o de fantasía. Por esta razón, incluso en poemas muy antiguos, es fácil entender sus significados, porque se ocupa de las preocupaciones de hombres y mujeres en todos los tiempos.
Otra de las particularidades de esta poesía es su contención y decoro. Ni los antiguos ni modernos chinos han redactado poemas épicos. En esta poesía no hay temas heroicos ni de elogio de las armas. Las guerras y la violencia jamás son exaltadas y cuando son mencionadas, o referidas, es para lamentar sus consecuencias o condenarles. Para la llamada gente culta y en especial para los empleados del estado, la poesía ha sido un elemento imprescindible en la vida diaria. Los poemas se redactan para celebrar bodas, banquetes, lamentar las separaciones entre amigos, encomiar los hechos de la vida cotidiana, recordar los escenarios de un viaje, sanear el dolor y las penas o simplemente terminar con el tedio o perfeccionar las habilidades literarias. La costumbre de echar a las suertes, entre un grupo de amigos, el ritmo o los ritmos en que serían escritos los poemas o de concordar con las cadencias del poema de otro, ya fuese empleando las mismas cualidades rítmicas o partiendo de las mismas palabras, hicieron de la composición de poemas una suerte de competencia, que daba a la invención lírica calidad lúdica. 



Despedida

Desmonto. Mientras bebemos vino:
¿Adónde irás? El mundo me ha engañado:
A mi colina del mediodía me vuelvo.
Ve, vete. No pregunto más:
Nubes blancas sin fin, nubes.


Al perfecto Chang

Mi otoño: entro en la calma,
Lejos el mundo y sus peleas.
No más afán que regresar,
Desaprender entre los árboles.
El viento del pinar abre mi capa,
Mi flauta saluda a la luna serrana.
Preguntas, ¿qué leyes rigen "éxito" y "fracaso"?
Cantos de pescadores flotan en la ensenada.


En la ermita del parque de los venados

No se ve gente en este monte,
sólo se oyen, lejos, voces.
Bosque profundo. Luz poniente:
alumbra el musgo y, verde, asciende.


Montes de Chungnan

Cordillera de  Chungnan: desde la capital,
cerro tras cerro, hasta el borde del mar.
Las nubes: si me vuelvo, contra mí se cierran;
La niebla turquesa; si entro en ella, se disipa.
En el pico centrral cambian las  direcciones:
Diferente la luz, difiere la sombra en cada valle.
Por no pasar la noche al raso, llamo a un leñador:
Salta mi grito a través del torrente.



Ascensión

El caserío anidó en el acantilado.
Entre nubes y niebla, la posada:
Atalaya para ver la caída del sol.
Abajo el agua repite montes ocre.
Se encienden las casa de los pescadores.
Un bote solo, anclado. Los pájaros regresan.
Soledad grande, se apagan cielo y tierra.
En calma, frente a frente, el ancho río y el hombre.


Wang Wei 699-759. Poeta y pintor chino. Se le considera el fundador del estilo de pintura paisajístico puro y fue uno de los maestros del verso lírico de la dinastía Tang. Aunque no se conserva ninguna obra auténtica, sus poemas destacan por su gran sensibilidad hacia la naturaleza. Fue también un gran calígrafo.

El cajero Gutiérrez - por Jorge Dágata

El cajero Gutiérrez miró por sobre los anteojos al hombre que le entregaba un fajo de billetes,  algunos  cheques y boletas de depósito. Su índice encorvado contó y recontó. Selló la mano izquierda y garabateó una rúbrica la derecha. Acomodó el fajo en la máquina y aguardó a que verificara el número. Su boca, un poco vencida y reseca, murmuró con estudiada amabilidad:

-Que tenga un buen día. Gracias.
Y sin tiempo para tomar aire, un agudo:
-¡El que sigue!

La fila era interminable esa media mañana del día previo a las fiestas navideñas. Sinuosa, seguía la línea de gruesos cordones sostenidos por columnas de brillo metálico que algún distraído pateaba cada tanto sin querer y reacomodaba avergonzado.
Detrás del vidrio y enmarcando su calva sanguinolenta, un afiche rojo con grandes letras blancas invitaba:

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Un servicio más de su
BANCO DEL OESTE

Mientras seguía con el automatismo de billetes, papeles, sellos y garabatos, Gutiérrez veía pasar por su memoria imágenes de los carteles de otros años que las circunstancias desactualizaran y la política del banco decidiera eliminar:

SOLVENCIA-CONFIANZA-HONESTIDAD
son los pilares de su
BANCO COOPERATIVO DEL OESTE

Siempre en blanco sobre rojo, los clientes aburridos habrían releído centenares de veces el que lo reemplazó, sin notar muchos de ellos demasiado cambio en las palabras, de igual molde y formato:

PRESTIGIO-PRESENCIA-AGILIDAD
son los pilares de su
BANCO DE GESTION DEL OESTE S.A.

Y así sucesivamente, de enero a enero, los que entraban al mismo lugar quizás no advertían que la casa había cambiado, entre otras cosas, de nombre.
A él poco le importaba. Era el más antiguo, de todos modos, en la continuidad de lugar y el hilo conductor del hábito de sellar tras la tarea curva de su índice tan adaptado a la función.
Pero Gutiérrez murmuraba a veces, para sus adentros, unos pasajes de letra de canción tropical que se le habían ocurrido hacía ya tiempo y nunca llegaba a completar:

Por amor al dinero
el cajero
se fugó...

Evocaba así a su antecesor de muchas décadas atrás. Quién sabe por qué loco sueño, un día abundante cerró la caja, se retiró con la recaudación y desapareció.
O le daba un contenido similar, con el mismo ritmo y melodía escasa:

Por amor al billete
el cadete
no volvió...

Era el caso de un joven empleado al que enviaron por una emergencia con un atado de dinero y documentos a otro banco y no regresó al suyo sino, días después, a padecer detrás de otras rejas.
Se daba cuenta con total lucidez de que su canción no progresaba, porque el primer verso debía rimar con el segundo y la tercera opción, la aguda, parecía agotar las posibilidades:

Por amor al impreso
cayó preso
el señor...

Que tenía que ver con más de un suceso por todos conocidos.
Hacía ya seis años que habían remodelado el edificio. Las viejas columnas blancas del decorado que daban a las paredes un aspecto de solidez y antigüedad acorde con la política del directorio, habían sido reemplazadas por estructuras de metal exageradamente vidriadas. Los acondicionadores sustituían a los caducos ventiladores de techo y le resecaban la garganta. Sentía nostalgia por aquella otra prisión sombría, un poco dieciochesca, de paredes sostenidas por columnas simuladas desde el suelo al techo curvado.
Por detrás del automatismo de su trabajo, se le dio por pensar que ahí comenzó a sentirse un poco fuera de lugar. Con ganas de fugarse al otro edificio, el que ya no existía más que en su memoria discontinua, esa que apenas le centelleaba imágenes como en un clip televisivo.
Era una sensación de penoso vacío. Le provocaba como un vahído, con el temor de que algunos errores le costaran demasiado. En especial ese día de trabajo extra comenzaba a sentirse flotando en el aire aclimatado, como si uno de esos aparatos que equilibraban la temperatura excesiva del exterior estuviera a punto de succionarlo y arrojarlo a la calle.
Llegaban sus quince minutos de descanso. Dejó el lugar a un compañero y se retiró al depósito, donde el termo y el paquete de yerba, entre pilas de archivos y cajas recién llegadas con los obsequios de fin de año de la empresa al personal, ambientaban un relax casi bucólico, alejado de la cola del repetitivo:
-Que tenga un buen día. Gracias.
¡El que sigue!
El vahído debió ser esa vez más prolongado, porque la canción amenazó con completarse con una estrofa que comenzaba:

Por amor a los fajos

y se transformó pronto en un desmayo, seguido por una reacción de furia al comprender que no podría continuarla.
Oyó como si estuviera dirigida a otro la reprensión áspera del jefe. Con esa agresiva presunción de que todo calvo y viejo debe ser además sordo, sin explicaciones le señaló con el dedo la pecera de la caja y lo acompañó a salir del depósito con un empujón no demasiado suave en la espalda. Jefe nuevo. Joven. Muy formado. Desconocido.
Trastabilló, equivocó el camino, se enredó en los cordones y volteó una de las columnas con cierto escándalo y algunas risas mal contenidas.
Su jefe lo apartó con las dos manos en los hombros, empujándolo de regreso al depósito.
-Ya no sé qué hacer con usted, Gutiérrez, perdóneme. Siéntese acá, hombre. Mire: dedíquese a embalar los regalos para los empleados. Que todos los paquetes contengan lo mismo. No quiero celos ni intrigas como la otra vez. Cuente lo que llegó, los que son y olvídese por hoy de la caja. Después hablamos. Áteles con un moño este saludo que mandé a imprimir. Léalo y dígame qué le parece.
Ya lo dejaba solo, cuando se volvió para afirmar sin consultarlo:
-Se siente bien, Gutiérrez. ¡Menos mal!
Y se retiró, apurado, sin esperar respuesta.
El ex cajero Gutiérrez se acomodó los anteojos, secó el sudor de la cara y la calva con una servilleta de papel y por primera vez se dio cuenta de que hasta ahí no llegaban los aires benéficos del acondicionador, pero sí el infierno del sol de diciembre que atravesaba los vidrios.
Apoyó una mano en la columna y se sorprendió de haberla traído sin darse cuenta, para iniciar la nueva tarea de abrir la totalidad de las veintitantas cajas con botellas y paquetes coloridos, contar y distribuir de acuerdo al número de empleados, del que no estaba muy seguro. ¿Seguía trabajando la rubia nueva de Créditos, o el período de prueba había terminado? En Tarjetas, ¿de los cinco quedaban dos o sólo el inmutable Ezequiel, contador frustrado por unas pocas materias?
En una de las cajas, por error, el transporte había dejado una carga de fuegos de artificio que sin duda tendrían otro destino. ¡El correo! ¡Cuántos dolores de cabeza con el correo!
Gutiérrez sintió desaparecer la compañía incómoda de esa nostalgia de los últimos años. Se vio otra vez delgado y juvenil, con el traje que era uniforme décadas atrás y el cabello bien peinado, cayendo un poco, apenas, como descuidado, sobre la frente. Sin anteojos. Aporreando la Rémington negra, cara a cara con el cliente, o sumando prolijamente en la Burroghs mecánica que ahora juntaría polvo y pelusas en algún rincón. Enamorado de aquella consigna del primer cartel rojo que tan bien recordaba:

SOLVENCIA-CONFIANZA-HONESTIDAD

-¡A la mierda la nostalgia! gritó por el tubo de la columna, recordando los años de vallado que una multitud golpeaba durante horas, enloqueciéndolos a todos. Ahí había empezado a quebrarse el cajero Gutiérrez, el de antes, día tras día transpirando de miedo. Un poco de lucidez pareció darle el comienzo de otra estrofa, tal vez la última, para su canción. Una estrofa reprimida hasta ese instante:

Por amor al dinero
el banquero
no cumplió...

Babeaba con una risa descontrolada. Se deslizó, simulando una renguera torpe, hasta la caja. Su compañero, de espaldas, sintió la palmada y el murmullo convencional sin distraerse del trabajo.
Regresó al depósito con los brazos cargados de dinero.
Sus manos expertas habían apuntado a los billetes grandes. No eran demasiados, como no lo eran desde los días de los asaltos constantes, pero alcanzaban para formar un bollo que redondeó, afanoso, como si fuera una de aquellas pelotas de trapo de la niñez lejana. Lo hacía con una risita imbécil, olfateándolos por primera vez, descubriendo en ellos una cualidad hasta ese momento imperceptible. Olor a manos. A sudor. Grasitud de humo de escapes. Campos en cosecha, humedad de colchones imaginarios. Olores dudosos, confusos, sugerentes. Los vahos de la bola rebelde invadían las fosas de la nariz hasta el cerebro, donde una operación incomprensible les ponía caras y los enviaba a recorrer caminos bifurcados miles de veces, hasta concentrarlos ahí, en ese instante esférico que modelaba en la soledad del depósito.
Poco después, una multitud de cabezas en fila ordenada por los cordones interrumpidos por la falta de uno de los sostenes, giraron hacia arriba.
Un grotesco cajero de anteojos gruesos, con un bonete rojo de letras blancas, se asomaba debajo de los vidrios deslumbrados por el cielo de diciembre, gritando fuera de sí:
-¡Ho, ho, ho..!
Se oyó un estampido y del cañón de la columna surgieron los billetes olorosos, mezclados con tarjetas de saludo recién impresas, como una nevada de humanidad sobre los clientes del

NUEVO BANCO DEL OESTE

La poesía china (1º parte) - SU TUNG-P´O (SU SHIH)

La poesía china goza de una tradición de tres mil años, a través de los cuales ha desarrollado sus formas, metros y estilos. Los dos tipos de verso mejor conocidos son el shi y el ci. El primero es la más remota forma de poesía, escrita a menudo con un estricto número de monosílabos para cada verso. El segundo, que alcanzó su apogeo durante la dinastía Song, es un verso con irregular número de palabras, escrito para una melodía determinada. El chino, además, es una lengua de naturaleza musical. Es quizás, por esas circunstancias, que desde sus primeros poemas los chinos relacionaron la poesía con la música.
Esta ha sido escrita por emperadores y sus amantes, por monjes y generales, ciudadanos y campesinos, pero sobre todo por funcionarios, hombres educados en la escritura y lectura de los clásicos, así también sea cierto que para los chinos, en general, siempre ha estado primero la realización de sus ambiciones a través de una prolongada carrera administrativa, y luego la escritura de poemas.
Los chinos consideran a la poesía la más gloriosa de sus tradiciones literarias y han hechos grandes esfuerzos por conservarla y difundirla. Otros géneros literarios quizás expresen mejor ciertos aspectos filosóficos e intelectuales de su cultura, pero es con la poesía que ellos han encarado al mundo y a sí mismos.


El miraje Marino
[Refundición]

Hacia el este, nubes y mar: un vacío sobre otro vacío.
¿Y los inmortales van y vienen por esta vacuidad luminosa?
Aunque todas las formas nacen del oleaje de este mundo flotante,
En vano aguardo la aparición:
No hay puertas de cauri que se cierren sobre palacios de perla.
Lo sé: la visión es quimérica.
Pero mis ojos quieren ver esa invención de dioses.
Día frío, mar helado, aunque cielo y tierra reposan,
Concededme la gracia ¡y que despierten vuestros dragones!
No fue rechazada mi abrupta plegaria:
Torres sobre la orilla, colinas verdiazules en el alba de
escarcha,

¡El miraje, la maravilla que pasmó a los viejos!


Begonias

Viento del este, suave.
Rayo de luz que flota
Entre perfumes densos:
Salta por el balcón,
En persona, la luna.
Se adormecen las flores.
Larga contemplación:
A la luz de la vela
Su belleza es más roja.


Tinta derramada

Nubes -tinta que borra a medias las colinas.
Lluvia blanca -el granizo rebota en la cubierta.
Un ventarrón terrestre barre con todo y se va.

Al pie de la torre el agua se ha vuelto cielo.



Pensando en su mujer muerta

Diez años: cada día más lejos,
Cada día más borrosos, la muerta y el vivo.
No es que quiera recordar: no puedo olvidar.
A miles de li su tumba sola.
Pensamientos de ella, hacia ella: sin ella.
Si volviésemos a encontrarnos,
no me reconocerías:
El pelo blanco,
La cara del polvo mi cara.

Anoche soñé que regresaba a casa.
Te veía a través de la ventana de tu cuarto.
Te peinabas y me veías pero no hablabas.
Nos mirábamos, llorando.
Yo sé el lugar donde se rompe mi corazón:



Noche en barco

Débil viento entre juncos y espadañas. ¿Llueve?
Abro la escotilla: la luna ha inundado al lago.
Marineros y pájaros acuáticos sueñan el mismo sueño.
Como un zorro sorprendido salta un gran pez.
Hombres y bestias: unos a otros se olvidan.
Ya es tarde. Yo juego a solas con mi sombra.
Olas negras contra los bordos: dibujos de gusanos.
Araña colgante -es la luna atrapada en un sauce.
Pasa la vida rápida -no la deja la pena.
Veo este instante que se desvanece.
Canta un gallo. Campanas y tambores en la orilla.
Un grito y otro y otro. Cien pájaros de pronto.



Nevada

Nevó en Valle del Sur -una vista sin par.
Hinqué la espuela -nadie en la senda- breñas, broza
-Me adelanté a la madrugada- crucé el primero
El puente almagro -vi techumbres desfondadas,
Labriegos arruinados, su hambre desoída.
Lo que sentí lo sabe el cuervo crepuscular:
Hasta la punta vuela del árbol descarnado,
Se posa y una lluvia desata de carámbanos.











Cuando nos dimos cuenta - Ezequiel Feito

Para Jorge Dágata

Pasó casi sin querer,
y cuando nos dimos cuenta
hubo una guerra y sesenta millones de personas
que no estaban a la hora del recuento.

Cuando nos dimos cuenta Aschwitz había pasado
y nosotros filosofábamos sobre arte y ciencia,
desnudando caracoles, observando mariposas
y hablando de monstruos que nunca
                             fueron más allá de nuestras mesas.

Cuando nos dimos cuenta
hubo una ideología y un pan menos en cada mesa,
y un auto nuevo, un Rembrandt o viajes al Caribe
para despertar la sana envidia de los elegidos.

Sin querer, sin darnos cuenta.

También hubo un Vietnam en cada esquina,
una revolución trunca y otra alzada
sobre más fusilamientos,
mientras Dadá y Artaud reían porque éramos
                                                            tan etéreos!
Buscábamos silogismos con Neustadt y Borges
para reírnos de los cabecitas negras,
mientras la luna se partía en más de treinta mil pedazos
sin distinguir bandos ni ideas.
¡Que locos tiempos! dijimos-
cuando nos dimos cuenta.

Por aquel entonces arrojábamos metáforas al suelo
y cuando por fin creíamos saber lo que pasaba,
- y no era ya ni subversión ni ejército,-
la gente fue perdiendo su trabajo
como en aquellos, viejos tiempos,
cuando en cada mesa el hambre extendía
el árido mantel del trigal ajeno.

Pasó sin querer, y no nos dimos cuenta
que la cárcel seguía cosechando por decreto.

Todo pasó sin querer… pero si ahora
pudiera estar seguro que cuando escribo esto
otras manos hay, que con las mías,
para que el mundo sea más justo, van surgiendo,
entonces tendría sentido mi escritura
y las que fueron y serán al mismo tiempo!

EL INGENIO DE LOS ANTIGUOS- compiló: Jorge Dágata

Chuangtse regresó a casa de un paseo y sus discípulos vieron que tenía una expresión muy lúgubre. Le preguntaron qué le había sucedido y contó lo siguiente:

-Paseaba por el campo y encontré a una mujer sentada en el suelo. Tenía un abanico en la mano y abanicaba una sepultura recién abierta. Sentí curiosidad y pregunté a la mujer qué estaba haciendo. Y ella me contestó: ¨Prometí a mi marido no volverme a casar hasta que su sepultura estuviera seca. Pero ha llovido y está haciendo un tiempo abominable¨.

(Texto adaptado del libro de Chuangtse).

Pensamientos - Juan Bautista Alberdi

 En pueblos de la contextura de los que España fundó con sus colonias en Sud-América, los gobiernos bajo cuya autoridad viven son su yo orgánico y natural, que obran y hablan por los pueblos como si fuesen los pueblos mismos los que hablasen y obrasen; pero en realidad son masas o cuerpos inertes formados para sustentar a sus gobiernos fundadores y señores.

De ahí viene que pasados esos pueblos a un nuevo régimen de existencia independiente del poder español que los fundó y organizó, continúen siempre en el hábito de nombrar al pueblo para significar su gobierno, como en el tiempo colonial, al revés de los pueblos regidos por gobiernos que son su obra y emanación, como los gobiernos libres.

Así, en el Plata, v. gr., quien dice el pueblo de Buenos Aires, como poder o cuerpo político, dice el Gobierno de Buenos Aires, que sigue siendo el tenedor y depositario del poder del pueblo con exclusión del mismo pueblo. El Gobierno es todo: es el Estado, es el alma, es el yo del país, cuyo pueblo es el cuerpo material de ese ser oficial. Sólo en este sentido puede comprenderse que los que han entregado al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires todos los intereses, libertades y poderes de la nación (el pueblo de Buenos Aires incluso en ella) digan o admitan que Buenos Aires ha sido fortificado y enriquecido de todo eso, en vez de decir cómo ha sucedido el Gobierno de Buenos Aires.

¿Qué esperanza puede haber en los que hacen esas confusiones comprendan y realicen la reconstrucción que la nación argentina necesita para dejar de ser orgánica y anatómicamente, por decirlo así, el cuerpo social colonial que construyó España para beneficio de su corona en esa parte de América, y se transforme y convierta orgánica y anatómicamente, por decirlo así, en un estado libre y soberano que se gobierna a si mismo por autoridades de su propia creación y elección?

La calamidad de ese país, pasado de un salto de colonia absoluta de origen a estado libre por una proclama o declaración verbal y literal; su calamidad consiste en la falta, natural y comprensible, de hombres de Estado, de ciencia y de experiencia política, de práctica de administración moderna, libre y nacional.

En lugar de eso, apenas tiene una literatura política, una lengua política tan desenvuelta y adelantada por sus formas, que contrasta con la ausencia más completa de sentido político práctico.

Literatura elegante, fraseología viva, verbosidad inacabable, en el fondo de la cual no hay nada sino presunciones, suficiencia y falta de ese sentido práctico de los pueblos sajones en materia de gobierno y de negocios públicos.

Así se explica que sus primeros políticos defiendan, en nombre de la libertad del pueblo, el Estado y régimen económico de cosas que España organizó para tener a ese pueblo dominado en provecho de su corona. El cerebro, la víscera capital y principal de ese organismo colonial es la ciudad de Buenos Aires. Manteniéndola como fue construida, para pensar y funcionar de un modo cerca del cuerpo de que es órgano motor y dirigente, en el papel mismo, con la pretensión de que funcione al revés, es decir, en sentido opuesto a la dominación omnipotente, están empeñados en realizar la libertad con la máquina del despotismo. Cuando una revolución feliz (el 3 de febrero 1852) la ha puesto en vía de reconstruirse para beneficio de la nación entera, según el propósito de mayo de 1810, los liberales de Buenos Aires han restaurado el antiguo orden económico de cosas y puesto el poder de la nación entera en manos no de Buenos Aires, sino del gobierno de Buenos Aires, en nombre de la libertad. Han reconstruido el despotismo queriendo reconstruir la libertad.

Pueblos nacidos, formados, casi envejecidos en el hábito de ver, pensar, querer, obrar, creer por órgano de sus gobiernos, no pueden concebir que les vengan sus libertades sino de las manos de sus gobiernos, y que los actos de éstos, por violentos y dañosos que sean, no sean otra cosa que sus libertades mismas del pueblo. Son los pueblos así conformados, no sus gobiernos, los que hacen su tiranía.