sábado, 20 de septiembre de 2014

Aquellos hombres, ayer - Por María Gladis Curatte

..entraron en silencio. Los cautivó la aldea
y en comunicación de sueños hermanaron.
El campo abierto, dispersa geografía casi inerte,
se tendió a los pies, los adhirió al paisaje.
Un suelo púber desfundose al alba
para hacer donación de sus entrañas.
Aquel hombre en silencio, acarició la tierra
Y hendió con el arado sus plegarias
que al cielo remontaron.
Un titilar de estrellas iluminó los pliegues
Y el seno virgen, todo ansias
al germen dio prisión.
Cantó la lluvia y bienhechora
maravilló los campos.
El sol desde su trono obró el milagro
y oscureció los rostros que en su entrega
confiaron junto al surco. Y era gozo
que los montes guardaron
para llevar a los vientos
perennidad solar, dignísimo destino.
Se embalsamó el ambiente en la llanura
y se estrecharon con ardor las palmas
que curtidas,
lograron la ventura.
La visión de los hombres no fue quimera
 y arraigó al forjador que en sus pupilas
 vio la eclosión agraria en el sudeste,
vio en Balcarce
 una nueva pampa bullente.
El horizonte verdiazul entró en la historia.
Hoy
un óleo en plenitud canta sus glorias.

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