sábado, 1 de febrero de 2014

Pañuelito reparador - Por Enrique Spinelli

En el Bar Savoy, Balcarce, provincia de Buenos Aires, Argentina, existía una mesa donde, por algún extraño conjuro, todas las parejas se sentaban para separarse. De cada ruptura, de cada pareja, poca cosa quedaba: dos tacitas de café tibio y lágrimas. Lágrimas de hombre, lágrimas de mujer, lágrimas de hombre y de mujer.

Chuleta, el mozo, levantaba las tazas, limpiaba la mesa, pero le daba cosa pasar su mugroso trapo rejilla por las lágrimas, y las secaba con su pañuelo de saco. Así, este pañuelo acumuló muchísimas lágrimas de ruptura que le confirieron un inmenso poder: podía reparar cualquier cosa rota que tocara.

Muy pocos sabían de la existencia de este pañuelo. Un día, el Turco Alcoyana me avisa que Chuleta quería hablar conmigo. Nos encontramos en la vereda del Savoy. Chuleta me lleva al frente de la Casa Boo y me cuenta:

-Bueno pibe, el Turco ya te habrá hablado de este pañuelo reparador. Te cuento rápido la historia. Me di cuenta de su poder cuando advertí que si ponía los billetes de propina en el bolsillo del pañuelo, cuando los sacaba al terminar la noche estaban impecables, siendo que, como todos sabemos, la gente deja de propina el billete más maltrecho [1] que tiene. En un principio me pareció divertido, no tenía idea de la dimensión del poder del pañuelo y lo usaba para boludeces; para arreglar las asas rotas de las tacitas de café, para reparar los vasos rajados y cosas así. Un día le reparé una rajadura en la tapa de cilindros del Valiant a Marmorato y me empecé a asustar.

-Pero eso es fantástico!

-Si, sin duda es fantástico, pero eso no siempre es positivo. Me entusiasmé, usé el pañuelo desmesuradamente; comprobé que podía reparar cualquier cosa, material o no, y me di cuenta que eso no era bueno: no tenía miedo de romper nada, porque podía reparar cualquier cagada que hiciera. Y sabés una cosa pibe, es muy difícil vivir sin miedo. El miedo te moviliza. Sin miedo todo se vuelve gris clarito, casi blanco. No podés ser guapo ni cagón. La vida se te vuelve una sucesión de continuos y ahí estoy yo inmerso con mi esposa. Sin miedo a perderla voy dejando de amarla. No la celo, porque no temo perderla; tampoco la extraño, porque extrañar también exige miedo. Quiero amarla o dejarla, pero no puedo lograr ninguna de las dos cosas. Cada vez que intento rajarme de casa, al verla llorar agarro el pañuelo y todo vuelve a comenzar. Así, este fantástico pañuelo de mierda me fue encerrando y es mi condena. Lo lavé con agua, lavandina, aguarrás y nada ¡Su poder permanece intacto pibe! Intenté romperlo, quemarlo, pero no hay caso, se repara solo y aquí está, siempre listo para seguir reparando todo, aún aquello que no hay que arreglar!

El mozo balcarceño se queda callado un instante y termina: -Te conté todo esto porque no quería engañarte y quería que supieras la verdad de este pañuelo. Te cité porque Alcoyana me contó que sos mago y creo que te vendría bien para tus presentaciones. Si lo querés, es tuyo. Te lo voy a agradecer toda mi vida.

Me dio miedo y no supe que hacer. Le dije Gracias Chuleta, lo voy a pensar. Le di un abrazo y me fui caminando y pensando para casa. Saco las llaves del bolsillo de la campera y cuando voy a abrir la puerta veo que mi viejo y cachado llavero ¡estaba impecable! Reviso en el bolsillo… y encuentro el pañuelo!

Así fue como Chuleta me endosó este pañuelo de mierda. A veces lo odio, pero a veces hasta le estoy agradecido. Muchas veces intenté borrar todo rastro de este cuento, pero otras tantas lo recuperé con el pañuelo, porque me dio miedo de no escribir nunca más otra cosa. Ese miedo me tranquilizó. Algo había cambiado.

Nota: Este cuento es un desprendimiento de un guión de un juego de magia que ya representaremos en Letra y Música cuando SyZed termine el tema: “Dame miedo, mi pañuelito reparador”

[1] Es el billete que queda en el exterior del grupo de billetes;después de ordenarlos por valor, cabeza con cabeza y los más rotos afuera. Esto hace un amigo mío, que también esconde el cambio para no se lo vea el kioskero!!!

La fuente de Antares - Por Ezequiel Feito

Y ella dijo: "Ulalume, Ulalume.
¡Es la tumba de tu perdida Ulalume!"
Edgar Allan Poe

                                  I

Refulge, venerable estrella, con la lejanía de tu gloria
en el casto cielo, en el infatigable espacio
donde sólo la eternidad es permitida.
Refleja tu brillo sobre las aguas del Leteo
para volver a recordar tu sagrado nombre
y el de ese extraño bosque y la oculta fuente
de tu propia carne.

Mírala con tus compasivos ojos y alégrate.
Porque sus mansas aguas dan a beber la misma linfa fresca que bebieron los gigantes
a los tristes de la tierra. A los que sin saciarse beben
tu brillante cuerpo en las aguas del abismo.


                                  II

Nadie nos habló de ella hasta que un ángel
señaló tu radiante luz cuando estábamos dormidos.
Y era el incienso de nuestras sombras el fragante aroma
de un sacrificio casto.

El viento nos llevó a la ribera
de la perdida fuente hecha con tu carne,
y un susurro invadió los enloquecidos rosedales,
los pálidos nenúfares y el severo lirio
que guardaba tus orillas.

Nunca hubo hacia ti, un caminar más leve
mientras danzaban gravemente las estrellas
en tu cuerpo exacto.
Porque los pasos del amor en el amanecer cercano
son tan profundos como tumbas.


                        III

Por las estrechas sendas del bosque vamos,
callados nuestros pechos,
hacia donde los nenúfares repiten antiguas canciones
y los lirios acechan las sombras
de aquellos que vivir pueden, mas no sin ser amados.

-“Beberemos el agua más pura del sagrado pozo,
cuando dormidos estén los pálidos nenúfares
el severo lirio y las estrellas”-

Y era nuestro mutuo aliento
una sonrisa que se abrió ante la profunda fuente.


                   IV

Me dio a beber su mano
una tristeza que aún no conocía
-“¿Cómo podremos beber esta pureza
y continuar siendo dignos?”
- decía -  y su rostro se hacía más hermoso
a la luz de las estrellas más severas.

Hablábamos de amor junto a la muerte;
porque sólo la muerte hace eterno
el corazón y la distancia.
Hablábamos apasionadamente hasta que nuestra voz era
un susurro capaz de atravesar los pechos
como la hoja de un puñal de lágrimas.

Pero sólo ella descendió a la fuente
para apagar mi sed y mi fatiga por amarla

Antares:
Vivir puedo, mas no sin ser amado.
Sácame ahora el corazón y ponlo junto a ella
para que ardan juntos, para que estallen
en un mismo fuego
e incendien el fragante y oculto bosque;
y que nuestros cuerpos se pudran en sus perfumadas maderas
junto a la fuente,
en un abrazo inevitable, en el abismo
de una sola carne.

¡Que giren con vértigo las estrellas
y surja un lamento del agua corrompida
que quiebre tu fuente, y sus restos
formen estrellas que recuerden nuestro nombre
en la inmensa oscuridad, que es el olvido!

¿No es esta la hora más sagrada?
Porque es el momento de estar juntos para siempre
y hallar la eternidad del ángel.


                                   V

Y tu, Antares, construirás tu fuente.
La recogerás del inmenso espacio
bajo el dulce incienso del amor antiguo.

Lo más valioso - Midrash Shir Hashirim Raba I

Contó rabí Idi.
Había en Sidón cierta mujer que, tras vivir diez años con marido, no tuvo hijos,  la pareja, pese a quererse, se presentó entonces al rabí Shimón ben Iojai, en demanda de divorcio. El rabí les dijo:
-Vuestra unión fue celebrada con un banquete; celebrad vuestra separación del mismo modo.
Los esposos aceptaron.
Durante el banquete, la mujer hizo que el marido bebiese más que de costumbre de modo que terminó dormido. Ella llamó entonces a los criados y les indicó:
- Llevad a mi marido a la casa de mi padre.
En medio de la noche el marido se despertó y a la esposa:
-¿Dónde estoy?
Ella le contestó:
-En casa de mi padre.
-¿Pero, por qué? -insistió él.
-¿No me dijiste -replicó ella- que escogiera pareciese más valioso de tu casa para llevármelo a casa de mi padre? Pues para mí no hay nada más valioso en que tú.
Entonces la pareja volvió a ver al rabí Shimón Este oró por los cónyuges, y el Señor les concedió un hijo.

El rey Shivi y la paloma - Del Pantchatantra

El rey Shivi es famoso por su bondad. El dios Indra, para ponerlo a prueba, se transforma en paloma y hace que uno de sus servidores se transforme en halcón. Ahora el halcón persigue a la paloma.
-¡Sálvame! - pide la paloma, y se refugia en los brazos del rey.
- jEntrégamela! - dice el halcón- pues tengo hambre y la paloma es mi alimento natural.
El rey comprende que la paloma tiene derecho a vivir pero que también el halcón, para vivir,  tiene derecho a comer Quiere conformar al halcón con un pedazo de carne de otro animal, pedazo que equivalga en peso a la paloma. El halcón dice que sólo aceptará ese cambio si la carne es del cuerpo del mismo rey. Se trae una balanza y el rey se corta un pedazo de carne, y resulta que pesa menos que la paloma, y se corta otro pedazo, que tampoco llega al peso convenido; y así sigue destrozándose el cuerpo, y como siempre falta algo, todo el se sube a la balanza. Entonces el halcón y la paloma recobran sus figuras divinas, devuelven a Shivi la integridad de sus carnes y lo bendicen.