sábado, 26 de julio de 2014

Poesías de Antonio Machado (Selección)

Elegía de un madrigal

Recuerdo que una tarde de soledad y hastío,
¡oh tarde como tantas!, el alma mía era,
bajo el azul monótono, un ancho y terso río
que ni tenía un pobre juncal en su ribera.
¡Oh mundo sin encanto, sentimental inopia
que borra el misterioso azogue del cristal!
¡Oh el alma sin amores que el Universo copia
con un irremediable bostezo universal!

Quiso el poeta recordar a solas,
las ondas bien amadas, la luz de los cabellos
que él llamaba en sus rimas rubias olas.
Leyó... La letra mata: no se acordaba de ellos...
Y un día ?como tantos?, al aspirar un día
aromas de una rosa que en el rosal se abría,
brotó como una llama la luz de los cabellos
que él en sus madrigales llamaba rubias olas,
brotó, porque un aroma igual tuvieron ellos...
Y se alejó en silencio para llorar a solas.

De “Humorismo, fantasías y apuntes”



La muerte del niño herido

Otra vez en la noche... Es el martillo
de la fiebre en las sienes bien vendadas
del niño. Madre, ¡el pájaro amarillo!
¡Las mariposas negras y moradas!

-Duerme, hijo mío. -Y la manita oprime
la madre, junto al lecho. -¡Oh, flor de fuego!
¿Quién ha de helarte, flor de sangre, dime?
Hay en la pobre alcoba olor de espliego;

fuera, la oronda luna que blanquea
cúpula y torre a la ciudad sombría.
Invisible avión moscardonea.

-¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?
El cristal del balcón repiquetea.
-¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!



Parábola

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.

Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!

Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!

Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.

Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?

Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
y el caballito soñado
y el caballo de verdad.

Y cuando le vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!


CONSEJOS

 Sabe esperar, aguarda que la marea fluya
así en la costa un barco sin que al partir te inquiete.
Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya;
porque la vida es larga y el arte es un juguete.
Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
aguarda sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y, además, no importa.


LXXVIII

¿Y ha de morir contigo el mundo mago
donde guarda el recuerdo
los hálitos más puros de la vida,
la blanca sombra del amor primero,

  la voz que fue a tu corazón, la mano
que tú querías retener en sueños,
y todos los amores
que llegaron al alma, al hondo cielo?

  ¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,
la vieja vida en orden tuyo y nuevo?

¿Los yunques y crisoles de tu alma
trabajan para el polvo y para el viento?

De “Galerías”



Nasreddin - Selección de cuentos

El rey se imaginaba que era un gran cantante. Un día llamó a Nasredín y le dijo que escuchara su última canción. Después de las primeras notas, Nasredín estalló a reír.
-¡Que voz más horrible! -dijo entre carcajadas mientras las lágrimas le caían
por el rostro. Muy agraviado, el rey lo tuvo encerrado en el calabozo durante dos semanas.
Pasado ese tiempo, volvió a llamar a Nasredín.
-Tengo otra canción para ti, sabio. Tal vez el tiempo que has estado en la celda
haya afinado tu oído.
Cuando el rey estaba a mitad de canción, vio que Nasredín se levantaba con
intención de marcharse.
-¿Dónde piensas ir?- le retuvo.
-Regreso a mi celda.



Nasrudin conversaba con un amigo.
- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?
- Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.
Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.
Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.
- ¿Y por qué no te casaste con ella?
- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.

Pensamientos descabellados (Selección) - Por Stanislaw Jerzy Lec

-A veces es necesario callar para ser oído.

-Reflexiona antes de pensar.

-El que comienza a ver, muchas veces tiene que hacerse el ciego para salvarse.

-Desde la eternidad los hombres mantienen entre ellos un monólogo.

-Todos quieren nuestro bien. No dejes que te lo saquen.

-El sonido no vuelve nunca a la cuerda.

-A quien se queda sin palabras, el estado se las da gratis.

-Más fácil es conceder a alguien una alabanza que un derecho.

-Los hombres de menor calidad se venden al más alto precio.

-La tinta es un material inflamable.

-Para muchos productos existen actualmente envases de plástico; Pero la carne

 Humana se sigue vendiendo envuelta en papel de diario.

-Todos somos iguales ante la ley. Pero no ante los encargados de aplicarla.

-A un genio se le perdonan muchas cosas. Después de su ejecución.

-El que poetiza la libertad, la convierte en fantasía.

-A muchos poetas les perturba que las palabras tengan además un significado.

-Su ignorancia es enciclopédica.

-Hubiera comprendido muchas cosas si no me las hubieran explicado.

FERROCARRIL A GENERAL GUTIÉRREZ Por Chamico (Conrado Nalé Roxlo) del libro “El muerto profesional”

General Gutiérrez era un pueblo de tres mil habitantes y dos mil novecientas cincuenta almas, según La Parroquia, órgano oficial del grupo tradicionalista, que no concedía ese ingrediente espiritual a las cincuenta cabezas visibles y parlantes del grupo progresista, con cuyo vocero, El Rayo del Porvenir, sostenía apasionadas polémicas de carácter doctrinario.
Para decirlo francamente, los progresistas no habían hecho nunca nada por el progreso del pueblo. Pero esto era solo por falta de ocasión y en lo que estaba al alcance de sus medios eran tan progresistas como el mejor de otros centros más adelantados. No iban a misa, eran vagamente masones y se reunían en la Sociedad de Fomento a jugar al truco, en lugar de hacerlo en el Club Social, como sus contrarios.
Además de estas actividades superiores, una vaga agricultura y una desparramada ganadería, General Gutiérrez tenía un lugar histórico, enaltecido en folletos, odas y festivales escolares por los tradicionalistas y tolerado por los de la antorcha simbólica, que tenían el buen tino de no meterse con él.
El Lugar Histórico, que siempre se escribía con mayúscula, era un potrero, entrando al pueblo a mano derecha, como de una manzana, en el que la cepa caballo, la biznaga y el recuerdo de nuestro glorioso pasado crecían libremente, al amparo de un clima propicio y de una oratoria sin consecuencias. Solo se le podía echar en cara un defecto, pero que bien mirado tal vez fuera su mayor encanto: nunca se supo con seguridad qué es lo que había ocurrido allí, ni si fue en la época de la conquista, durante la independencia o en los complicados tiempos de la organización nacional, pero de que era un lugar histórico no cabía duda, pues ahí estaba la tradición, "fuente Castalia o de la cultura", según el editorialista de La Parroquia, para afirmarlo "con sus clarines sonoros en la exaltación de las efemérides fáusticas".
Años atrás se trató de levantar un monumento conmemorativo, y la primera parte del programa se cumplió con todo éxito.
Se realizó una velada literario-musical, seguida de baile familiar, como cuando las inundaciones; se rifó un centro de mesa, que estuvo expuesto durante un mes en la vidriera de "Las Novedades", y se cambiaron algunas cartas con un escultor italiano de la capital para la realización del monumento que desde el primer momento se resolvió que fuera ecuestre, por feliz sugestión de La Parroquia.
Todo estaba listo, cuando surgió un grave inconveniente. ¿Qué se conmemoraba? Entonces comenzaron los historiadores locales a opinar. Era indudable que se   trataba   de   una   batalla;   pero,   ¿entre quiénes?, ¿quién fue el héroe de aquella jornada gloriosa, a cuyo recuerdo olvidado aún se estremecían de santo orgullo los generalgutierrences? Se insinuó que el héroe debía pertenecer a una de las familias fundadoras del pueblo; pero ¿a cuál? ¿Cómo poner a un Martínez, un Pérez o un López, sin ofender a los Rodríguez, a los Fernández o a los Martorena del lugar? El propio general Gutiérrez que daba nombre al pueblo habría sido una solución; pero parece que fue un general de administración que tuvo campos por allí, y ellos querían un héroe con sable epónimo y todo. El escultor, que veía que con todo aquel toletole se le escapaba la obra, sugirió que se pusiera una Venus de Milo, pero la idea no tuvo ambiente. Tampoco lo tuvo el obelisco que   propuso  El  Rayo   del  Porvenir,  porque,  como dijo La Parroquia, "¿quién conocía en el pueblo a ese Obelisco, que a lo mejor era un socialista o algo peor, si es posible?"
Y pasaron los meses y los años sin que en la construcción .del monumento se adelantara un solo cascote.
En esto se estaba cuando estalló la bomba. Iba a pasar por el pueblo un ramal de ferrocarril, y tenía que pasar precisamente por el Lugar Histórico.
Los progresistas andaban que se salían de la vaina de contentos. Pero los del grupo tradicionalista torcieron el gesto y empuñaron la pluma para protestar de tamaño ultraje a la tradición. Venga el tren en buena hora, que ellos no se opondrían, si es que venía con buen fin. Pero, ¡guay de la locomotora que hollase con sus cascos la tierra regada con la sangre de nuestros abuelos! ¡Iniquidades, no!, terminaba el articulista de La Parroquia.
Se habló con los constructores de la línea férrea, pero éstos respondieron que el trazado no podía desviarse. Y el dilema se presentó con caracteres trágicos a los defensores del pasado glorioso e impreciso: o ferrocarril o Lugar Histórico.
¡Ferrocarril!  gritaban los progresistas.
¡Lugar Histórico! vociferaban los de la tradición.
Y hasta hubo, por primera vez en el pueblo, algunos cambios de bastonazos en nombre de ideales encontrados.
La tensión de los ánimos creció con los chichones. Un grupo de tradicionalistas exaltados y reumáticos le rompió la locomotora de los manises al italiano don Chicho, viendo en ella una provocación injustificable.
En venganza, los progresistas le dieron un banquete popular, con muchos discursos en los que se tronaba todavía a  la barbarie. Y ya bien entonados por el abundante barbera de los brindis, en larga fila ondulante y pitante, pasearon por el pueblo, haciendo el tren y liando los nombres de imaginarias estaciones. Y no satisfechos con eso se fueron al Lugar Histórico y plantaron un letrero que decía: "Próximamente: Estación Ferroviaria."
El letrero fue arrancado a la mañana siguiente, en un acto de desagravio, al que concurrieron los niños de las escuelas y todos los oradores del grupo tradicionalista.
La víctima, la única víctima digna de atención de iodos estos líos, era el alcalde, hombre prudente y de buen sentido que amaba entrañablemente al Lugar Histórico y sentía cierta naciente debilidad por el ferrocarril. De un lado lo tironeaban los tradicionalistas para que no permitiera el ultraje, y del otro los progresistas para que diera vía libre a la cultura, como llamaban al tren. Y como de él dependía, se pasaba las noches sin dormir, buscando la solución del problema y la pacificación de almas y habitantes.
Por fin la encontró. Y los generalgutierrences quedaron con la boca abierta ante este decreto salomónico:
"Autorízase el paso del ferrocarril por el sitio conocido hasta la fecha por el Lugar Histórico, que desde hoy se traslada a la Loma Verde-, dándosele, para mayor honra de nuestro pasado glorioso, triple extensión de la que tenía antes."
Y la paz volvió a General Gutiérrez, y todos pudieron celebrar sin desmedro de ninguna causa sagrada el paso del primer tren, y el primer pitido de la locomotora resonó en todos los corazones jubilosamente como el arpegio de las trompetas de Jericó en el Valle de Josafat, según dijo La Parroquia en un meditado editorial.