sábado, 9 de agosto de 2014

Repartijas Por María Elena Walsh

Dos vizcachas salieron de paseo, y les fue muy bien. Cada una se encontró un pedacito de cobija de lana. Pensaron cómo harían para que les fueran más útiles. Al fin resolvieron unir los despedazas -y así alcanzarían para las dos juntas-pero no tenían con qué coser.
En eso llegó el zorro y dijo que él había hallado un hilito y que se los daría si lo dejaban taparse. Las vizcachas aceptaron y se pusieron a coser. Cuando llegó la noche estaban muy contentas: no pasarían frío.
Pero el zorro, cuando se fueron a dormir, dijo que él se tenía que acostar enfrente de su hilito para cuidarlo. Las vizcachas no tuvieron más remedio que decir sí.
Y el zorro durmió muy abrigado y las vizcachas se congelaron porque la cobija era demasiado angosta para los tres.

Este cuento popular me hace acordar de los opinantes que echan a rodar frases hechas, que dicen más o menos así: ¡Cómo se gasta en un festival de cine, cuando los hospitales están a la miseria! ¡Cómo es posible que se derrochen fortunas en mantener el Teatro Colón, cuando los jubilados se mueren de hambre! ¡Qué vergüenza organizar recitales al aire libre cuando hay tantos chicos desnutridos!, etcétera.
Vergüenza me da que estas falacias sean pronunciadas a menudo por gente productora/consumidora/comentarista de cultura. No reparan en que, cuando la cobijita entera es para el Zorro, no queda para una vizcacha ni para la otra.
Me explico: cuando una sociedad no se ocupa de su cultura, tampoco se ocupa de las otras necesidades. Y viceversa. Cuando la cultura y la educación están más o menos protegidas, también lo están las otras áreas sociales.
No importa si esta cobija bien repartida está en manos del Estado, de la iniciativa privada, o de ambos. Eso depende de la estructura política y de otras razones en las que no hace falta abundar.
Voy a dar un ejemplo, no precisamente primermundista. Costa Rica es un país pequeño y discreto de América Central. Suelen comentarse, y no lo discuto, las bondades de la medicina cubana, pero que un país vecino de la isla sea el primero en América en materia de salud pública... de eso no se habla.
Hace apenas un año -y aunque todo puede cambiar de la noche a la mañana- me reafirmaron en Costa Rica lo que ya sabía por boca de algunos sabios médicos nativos: que era ejemplar la política en materia de salud pública.
Y no por eso se descuida la educación primaria, atendida contra viento y marea, ni se cierran sus centros de cultura ni su universidad ni otros focos que irradian todo el bienestar que pueden, dada la pobreza básica y la creciente ola inmigratoria que plantea nuevos problemas de distribución y trabajo.
No es el único ejemplo, pero sí es notorio que cuando un país desatiende un aspecto del beneficio social descuida todos los otros. Es decir, es la política del Zorro con la cobija ajena.
Es una falacia pensar que restando presupuesto de una actividad necesaria -y todas lo son- pase automáticamente a aliviar otra. No conozco país que haya cerrado su teatro de la ópera para fundar un hospital de niños. No lo hicieron los comunistas ni los regímenes capitalistas más o menos humanos.
Las naciones que admiramos o envidiamos no desdeñan la cultura, entre otras cosas porque de ella viven en gran medida. No se trata sólo de los colosales ingresos de la industria discográfica ni de los precios astronómicos de algún cuadro subastado. Se trata de prestigio y derechos humanos, que aunque no se coticen en la Bolsa significan una inversión mucho más rentable de lo que suponen nuestros funcionarios, eternamente itinerantes y militantes de paros turísticos sin descuento de haberes. Si recortáramos más ¡todavía! nuestros fondos de apoyo a la cultura, el ahorro no iría a parar por arte de magia, como creen algunos despistados, al PAMI ni a los hospitales ni al sueldo de los docentes. Iría a parar, como nos consta, al chanchito-alcancía del Zorro.
Y un detalle más: si no fuera por los despojos que mantenemos heroicamente en materia de cultura, arte y educación, no alcanzarían las fortunas de toda Arabia Saudita para sostener hospitales psiquiátricos nacionales.
La cultura -desde la investigación científica hasta el modesto entretenimiento- es lo único que nos permite sobrevivir, o mantener cierto equilibrio de cornisa, en esta menesunda de mensajes truchos, miserias miserablemente orquestadas y malabaristas de pistola en la sisa.
Algunos quieren convencernos, entre otras necedades, de que hay que restar de un lado para agregar al otro. Daría para todo, debe dar para todos.
Pero mientras nos entretenemos en estas cuentas mentirosas, el Zorro se queda con toda la cobija y después aunque el cuento no lo diga, se come las vizcachas, vende las pieles, y manda la plata a Suiza.
O quizá nos pasamos de mal pensados. Por ahí dona el 12,5 por ciento, menos IVA, a un asilo de vizcachitas huérfanas

Proverbios y cantares de Antonio Machado no incluidos en Poesías completas (Selección)

                 I

En esta España de los pantalones lleva
la voz el macho;
mas si un negocio importa
lo resuelven las faldas a escobazos.

II

Cuando recordar no pueda,
¿dónde mi recuerdo irá?
Una cosa es el recuerdo
y otra cosa recordar.

VIII

Soñé que tú me llevabas,
por una blanca vereda,
en medio del campo verde
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
Eran tu voz y tu mano
en sueños tan verdaderas!
Vive esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!

XIII

Tal dijo un hombre de bien,
que, al ver al ladrón robado,

Setenta balcones y ninguna flor - Por Baldomero Fernández Moreno

Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor...
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?

La piedra desnuda de tristeza agobia,
¡dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta lleno de ilusiones?

¿Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?

Si no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá una clave...
¡Setenta balcones y ninguna flor!

LUTO - Por Rafael de León

Yo llevo luto por ti
y no me visto de negro.

Tengo el corazón colgado
de paños de terciopelo,
y una camelia de sombra
se me deshoja en el cuello.

Al reloj de nuestras citas
se le cayó el minutero
a las doce menos cuarto
de una noche de Año Nuevo.

¿Qué brazo enlaza tu talle?
¿Qué labio busca tu beso?
¿En qué parque sin jazmines
se deshoja tu secreto?...

Yo llevo luto por ti
y no me visto de negro.

La paloma Por Rafael Alberti

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.

Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo
que la noche la mañana.

Que las estrellas rocío,
que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.

(Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.)

NO ABANDONES Por Rudyard Kipling

Cuando las cosas vayan mal como a veces ocurrirá
Cuando el camino que recorres con dificultad parece todo cuesta arriba
Cuando los recursos son escasos, y las deudas altas
Y quieres sonreír pero tienes que suspirar
Cuando la inquietud te pesa.
Descansa si debes pero, ¡ no abandones!

La vida es extraña con sus vueltas,
como cada unos de nosotros a veces aprende.
Y más de un fracaso da la vuelta completa
Cuando podría haber ganado si hubiera insistido
No abandones aunque el ritmo parezca lento
Puede que tengas éxito con otro paso.

El éxito es fracaso vuelto del revés el matiz
de plata en la nube de la duda,
Y nunca puedes decir lo cerca que estás.
Puede que esté próximo cuando parece tan lejos.
Así es insiste en la lucha cuando más duramente seas golpeado
Es cuando las cosas parecen peores cuando no debes abandonar.

Oh Capitán, mi capitán! - Por Walt Whitman

Oh Capitán, mi Capitán:
nuestro azaroso viaje ha terminado.
Al fin venció la nave y el premio fue ganado.
Ya el puerto se halla próximo,
ya se oye la campana
y ver se puede el pueblo que entre vítores,
con la mirada sigue la nao soberana.

Mas ¿no ves, corazón, oh corazón,
cómo los hilos rojos van rodando
sobre el puente en el cual mi Capitán
permanece extendido, helado y muerto?

Oh Capitán, mi Capitán:
levántate aguerrido y escucha cual te llaman
tropeles de campanas.
Por ti se izan banderas y los clarines claman.
Son para ti los ramos, las coronas, las cintas.

Por ti la multitud se arremolina,
por ti llora, por ti su alma llamea
y la mirada ansiosa, con verte, se recrea.

Oh Capitán, ¡mi Padre amado!
Voy mi brazo a poner sobre tu cuello.
Es sólo una ilusión que en este puente
te encuentres extendido, helado y muerto.

Mi padre no responde.
Sus labios no se mueven.
Está pálido, pálido. Casi sin pulso, inerte.
No puede ya animarle mi ansioso brazo fuerte.
Anclada está la nave: su ruta ha concluido.
Feliz entra en el puerto de vuelta de su viaje.
La nave ya ha vencido la furia del oleaje.
Oh playas, alegraos; sonad, claras campanas
en tanto que camino con paso triste, incierto,
por el puente do está mi Capitán
para siempre extendido, helado y muerto.

Sí, yo sé... Por Omar Khayyam

Sí, yo sé, mi persona toda es bella,
delicioso el perfume que ella exhala,
el rosa mío al de la rosa iguala,
mi línea al lado del ciprés, descuella.

Mas, con todo, esta incógnita me aterra:
¿Por qué mi alto Escultor me hizo de tierra?

POETAS FUTUROS Por WALT WHITMAN

Poetas futuros, oradores, cantores, músicos futuros!
No me justificará este día ni responderá por mí,
Pero vosotros, de una generación nueva, pura, atlética,
continental, más grande que todas las generaciones
conocidas,
¡Despertad, pues tenéis que justificarme!

Yo no hago otra cosa que escribir una o dos palabras
indicativas para el porvenir;
No hago otra cosa que avanzar un instante, y luego me vuelvo
apresuradamente a las tinieblas.

Soy un hombre que, vagando a la ventura y sin detenerse,
os dirige una mirada casual y vuelve el rostro,
Dejando que vosotros lo analicéis y lo defináis,
Esperando de vosotros lo más importante.