sábado, 18 de abril de 2015

LOS TIEMPOS DE AURA - Por Fray Mocho (Juan S. Álvarez)

        -Decime,  che...   ¿No tenes vergüenza de venir a tu casa a las diez de la mañana, después de haberte pasao la noche perdidiando, quién sabe en dónde.                                         - Mira, Diolinda... ¡teñe cuidao, hijita!... Ya sabes que la lengua rompe güesos... Y aura, permitime que t'esplique en lo qu'he andao pa que veas que Juan Antonio Gutiérrez sabe lo qu'es matrimonio y respeta los mandamientos...
-Lo que sos vos no morís ahorcao si te dejan hablar. . . pero esta vez no me vas a venir con las mentiras de siempre... ¡Ya me tenes hasta los ojos!
-¡Diolinda! Oí la voz de tu marido y de-jat'e macaniar.. . ¿Sabes en lo qu'he andao?. . . Es un secreto, ¿sabes?. . . Cosa e la política. . .
-¡Bueno!... ¿En qué has andao?... ¿Vamos a ver?
-¿A ver?... No, che, ¡qué ver ni ver!. . . Apenas que te haga relumbrar de que tal vez ¿cas mujer d'empliao cuando menos lo pen-sds. . . He pasao la noche en casa e Simón Kavena, ¿sabes?... el qu'era cochero e Pellegrini y hemos charlao de todo. . .
-¿Vos charlando con Pellegrini?... ¡Borracho!. .. ¡Canalla!
-Mira, Diolinda, no te olvides de tu caráter, haceme el favor... Yo no t'he dicho que haiga pasao la noche con el dotor, sino con Ravena. ¡Entendé!...
-Y ¿quién pagó las copas?...
-¿Ve?. . . ¡Estas son las mujeres, caray!... ¡Una piedra que uno lleva atada en las patas! ... ¡Y suba usté con semejante tramojo!... ¡Mira! No me quemes la sangre, che, y anda arréglame la cama... ¡Es mejor!
-¿Que te arregle la cama?... ¡No te la'reglás vos con toda tu alma, perdido, embustero! .. .
-'¡Bueno! ¡Mira! ¡Cálmate!.. . Te voy a contar, pa que no se te reviente la yel con la cu-riosidá. .. Estamos formando un clú, ¿sabes?... un clú de hacha y tiza, p'agarrar empleos y p'armarnos como caiga... No te creas que yo he dentrao, llevao como mono e gringo, ni porque tenga cara linda, sino por mis cabales. .. Soy del grupo diretivo ¿sabes? ¡de los que van en la punta, de los que tallan, m'hijita!... ¿Y a qué no adivinas a quién le debo mi suerte?. . . ¡Qué vas a adivinar!. . . ¡Se la debo a la lengua, che, y a naide más! Figúrate que dentro ayer al café Manolín y conversando con un amigo me cuenta qu'en el gobierno andaban dando empleos a todo el que hablaba mal de la autoridá, porque querían prestigiarla. . . ¡Claro!... ¡Ahí no más ya l'empecé a sacudir cada chaguarazo desde Roc'abajo a todo el que caía a tiro!... ¡Pa mí no había congreso, ni ministros ni nada y vivíamos como entre los indios, pensando solamente en la barriga!. . . Habías de ver el efeto, che, ¡fue bárbaro!
-.¡Claro!...   ¡Te pegaron alguna patiadura!
-.¿A mí?. . . Pero, che, ¡avisa si estás durmiendo y no tentés si queras morir de antojo!... Ni bien me oyó Ravena se me acercó y le comenzó a sacudir a Pellegrini porque lo había despedido. . . Y ya seguimos como bicicleta, che... y de ahí ya salimos pa l'Aduana y pa los corrales y pa todos laos... Y aquí me tenes de vuelta y con la garganta seca.
-¡Bueno!...  ¿Pero dónde'stá el empleo?
-Pero, ¿no has entendido entonces?.. . ¡Hemos formao el clú pa'blar mal del que caiga y ya somos once juramentaos! Hay uno que dice qu'él no se calla si no lo hacen por lo menos diputao y que va'bíar de Roca hasta que l'oigan los sordos y yo... ¡no te digo nada!. . . Yo v'y a ser el vengador de rni generación, che, que a causa'é Roca y de sus panlaguaos, se ha tenido que refugiar en las confiterías pa'cer algo, porque en el gobierno no le daban calce. . . ¡Y aquí me tenes, aura, encajao en la política y dispuesto a salir de pobre!. . . ¡Mira! ¡Yo, de cortar e'cortar grande!... Si Roca quiere que nos callemos Ravena y yo, o nos hace guardacostas o diputaos y si no lo desprestigiamos ante la sociedá y lo hundimos. . . no te quepa duda, Diolinda. .   Hoy, como decía el pardo Ramírez, pa subir hay que hacer escalera de la lengua y nosotros no seremos los primeros, ni los inventores del sistema, pero no hemos de ser los últimos. .. ¡No te me muras, Diolinda, y verás dónde llegaremos los que mira eres vagabundos!
-¿Vas a seguir todavía?. . . ¡Mira, mejor es que te calles y te vas a dormir la mona!.. . ¡Sinvergüenza!
-¿Que me calle? El día'el juicio... y a la tarde. . . Deja correr el tiempo y verás adonde llego, che. . . ¡Aquí el tiempo no es de los mudos como en Uropa, Diolinda, y al que charla lo hacen rai!..

Los nuevos bárbaros - Por Guillermo Jaim Etcheverry

La falta de una educación letrada hoy priva a los jóvenes de un derecho crucial: elegir una tradición desde la cual pensarse a sí mismos

Días atrás, al aceptar el Premio Príncipe de Asturias para las Letras, la escritora británica Doris Lessing pronunció un discurso notable. Entre otras cosas, dijo: "Erase una vez un tiempo -y parece ya muy lejano- en el que existía una figura respetada, la persona culta. Hoy hay un nuevo tipo de persona culta, que pasa por el colegio,y la Universidad durante veinte, veinticinco años, que sabe todo sobre una materia -la informática, el derecho, la economía, la política-, pero que no sabe nada de otras cosas; nada de literatura, arte, historia, y quizá se le oiga preguntar: Pero, entonces, ¿qué fue el Renacimiento?, o ¿Qué fue ¡a Revolución Francesa?
Hasta hace cincuenta años, a alguien así se lo habría considerado un bárbaro. Haber recibido una educación sin nada de la antigua base humanista: imposible. Llamarse culto sin un fondo de lectura: imposible". Y prosigue: "Representa una pequeña ironía de la situación actual que gran parte de la crítica a la cultura antigua se haga en nombre del elitismo. Sin embargo, lo que ocurre es que en todas partes existen cotos, pequeños grupos de lectores de antaño, y resulta fácil imaginar a uno de los nuevos bárbaros entrando por casualidad en una biblioteca de las de antes, con toda su riqueza y variedad, y dándose cuenta de pronto de todo lo que se ha perdido, de todo de lo que -él o ella ha sido privado".
Ese es el problema central de nuestra cultura: el haber ido olvidando la responsabilidad de transmitir a las jóvenes generaciones el rico patrimonio de ideas y de obras que el hombre ha concebido durante su turbulenta historia. El habitar el instante y vivir en un presente sin raíces es uno de los rasgos centrales de nuestro tiempo.
En realidad, privamos a los jóvenes de esa herencia a la que tienen un derecho ganado por el simple hecho de ser humanos.
El escritor estadounidense Philip Roth describe esta situación en un tramo de su novela Me he casado con un comunista. Se refiere a la posibilidad, a la felicidad, a la seguridad que proponen los libros, que son los que contribuyen a constituir lo que él denomina la genealogía no genética de cada uno de nosotros.
El protagonista de la historia, Nathan Zuckermann -un doble del autor-, rinde homenaje a su profesor de inglés en estos términos: "Bajo su guía, me transformé rápidamente en descendiente no ya de mi propia familia sino del pasado, heredero de una cultura que iba mucho más allá de la del medio que me rodeaba". Porque, ¿qué es en realidad la adolescencia? Es el momento en el que uno se separa de la familia para elegir "nuevas alianzas, nuevas afiliaciones, los padres de la edad adulta, esos a quienes uno ama o no, de acuerdo con su propia conveniencia, porque uno no está obligado a reconocerlos por el amor".
Al reflexionar sobre todos los padres de ¡a edad adulta que ha necesitado y que ha ido descartando, Nathan se pregunta: "¿Cuál es esta genealogía no genética? Las personas que me educaron, aquellas de las que provengo. Son quienes personificaron para mí las grandes ideas y quienes, primero me enseñaron a navegar el mundo, esos padres adoptivos que luego debieron ser rechazados para dar pasó a la orfandad total, que es la que define la adultez".
En el rechazo por compartir con los jóvenes nuestra cultura, en la decisión de dejarlos a merced de las fuerzas del mercado que, día tras día, construyen su interior banal y empobrecido, se esconde la grave decisión de privarlos de la genealogía no genética de la que habla Roth. Esa que se encuentra en los libros que, desde los estantes de las bibliotecas a las que se refiere Lessing, gritan calladamente su disposición a ayudarlos a integrarse a una genealogía que es la suya. Posiblemente, el nuevo orden mundial no necesite adultos, sino solamente niños, soberbios en su sometimiento, displicentes en su grosera vulgaridad, preocupados sólo por sí mismos. No hacen sino imitar a los nuevos héroes televisivos, que son quienes están pasando a constituir la pobre genealogía no genética de no pocos jóvenes de hoy.

(Extraído de la revista del diario "La Nación")