sábado, 3 de octubre de 2015

Algunos párrafos extraídos del libro “ Historia natural del disparate” de Bergen Evans

       Podemos haber acabado nosotros con el pasado, pero el pasado no ha acabado con nosotros. Ideas de la Edad de Piedra existen junto al último pensamiento científico...


Hombres aparentemente sanos confían su  fortuna a astrólogos y su salud a brujos doctores...
Aviones gigantescos zumban a través de la estratosfera, pero la mitad de sus pasajeros llevan amuletos mágicos y están protegidos del mal por sortilegios "vuduistas"...
 Los hoteles se envanecen de poseer ascensores expresos y un teléfono en cada cuarto, pero omiten el trece en los números de pisos y cuartos, por temor a que sus huéspedes se sientan intranquilos...
Los descubrimientos del telescopio, el espectroscopio y el interferómetro, son noticias corrientes, pero el periódico que las publica probablemente cuenta entre su personal con un astrólogo, y antes omitiría los grandes titulares que el horóscopo...


        En nada se manifiesta más frecuentemente la clarividencia de los perros que en su habilidad para leer el carácter, en particular  para   advertir   la   escondida   villanía. Una dueña de casa de Chicago escribió, con triunfante indignación, a la oficina de recuperación de materiales de la Oficina de Producción Bélica, para decir que el gruñido  de su  perro  le había advertido que  su  recolector era deshonesto. Ella había pasado por alto la advertencia de la fiel criatura, sin embargo, para encontrarse, después que el  recolector se alejó, con que le había defraudado cuatro centavos en el cambio. La Oficina de Producción Bélica prometió cubrir la diferencia.
       Los perros son capaces de descubrir hasta los cambios temporarios de  carácter. Albert Payson Terhune nos dice  que un perro predilecto   suyo, "se incorpora tranquilamente después de mi segunda o tercera copa y abandona la habitación." La devota bestia, añade Terhune, ''parece notar y desaprobar un sutil cambio en mí".
      Tan establecido, en realidad, se encuentra este místico poder analítico de los perros, que nunca se ha explicado por qué los bancos disipan dinero en costosos sistemas de alarma, cuando un perro apostado a la puerta podría dar cuenta en seguida de la presencia, no sólo de ladrones, sino de falsificadores, defraudadores, agentes de valores dudosos... e inspectores disimulados. Quizás los presidentes de banco no deseen que sus empleados sepan cuándo han bebido ellos una copa de más en el almuerzo.


      Igualmente al pie de la letra se toma la afirmación de que los cerdos son asquerosos, glotones, aunque los perros tengan hábitos más desagradables, las gallinas sean más voraces y los caballos y vacas más insaciables. Puede arrojarse maíz en un campo en que se engorden cerdos, y los cerdos comerán de él lo que necesiten y cuando lo necesiten. Pero vacas y caballos morirán de indigestión si se les permite acceso a ilimitadas cantidades de ciertos alimentos.
El cerdo debe probablemente su mala reputación al ruido que hace mientras come, y al hecho de que, como su primo el hipopótamo, le gusta chapalear en el fango. Que en muchas granjas pueda encontrar solamente estiércol maloliente para revolcarse, no es culpa suya, y aparte de su afición a los baños de barro, que comparte con muchas mujeres pudientes, se conserva bastante limpio. Porque el absoluto descuido de aquello que los anuncios llamarían "higiene personal", es a menudo superado por la oveja que, irónicamente, se ha convertido en símbolo de pureza.


       Los cuentos sobre monos se han deteriorado, evidentemente. Los errores corrientes más comunes concernientes a los primates, son los de que se quitan las pulgas entre sí y el de que el gorila es la más feroz de las criaturas.
       Aunque los monos parezcan quitarse las pulgas entre sí, en realidad se dedican a "acicalarse", función mucho más curiosa que la simple limpieza. Si durante este extraño proceso de peinarse y rascarse recíprocamente, dan con un insecto, bien pueden matarlo y hasta comérselo; pero esto no ocurre a menudo. Es una idea humillante, pero es más probable que los monos del zoo adquieran pulgas de los visitantes, que los visitantes de los monos.


      Corolario de la hormiga, y arrastrado tras ella desde Esopo hasta Disney, es la cigarra, cuya impresión sirve de amortiguador para la industria, el ahorro y la previsión de la hormiga. En realidad, sin embargo, la situación es inversa. En momento alguno la cigarra implora de la hormiga, dice Fabre; es la picara la que roba a la industriosa cigarra. En tiempo caluroso, la cigarra se afana agotadoramente con su pico en busca de savia, mientras las codiciosas hormigas se arrastran entre sus patas y roban los frutos de su labor. "La hormiga, concluye, es el pordiosero empedernido; el trabajador industrioso es la cigarra".


       Una interesante nota de la zoología popular es suministrada por la historia de niños criados por animales, historia que ha sido repetida por todos los pueblos de todos los períodos. Y no carece de significado que este mito haya reaparecido en nuestro tiempo y se le haya concedido mayor crédito, bajo auspicio más digno aún que antes, en su larga historia.
Un adoptado más reciente fue Lukas, el niño-mandril de Sudáfrica, presentado en el American Journal of Psychology (Enero 1940),  por  el Dr.  Foley, y  en el American   Weekly (18 de mayo de 1941), por  el  profesor  R. M. Singg, de la Universidad de Denver, cuya generosa devoción hacia su protegido amenazó, por algún tiempo, con arrancar a Lord Lomboddo el honor de ser "el generoso amigo del mandril", diferencia de la niña-pez, Lukas podía hablar holandés, o por lo menos dialecto boer, y con los guturales acentos de ese áspero idioma suministró a los impacientes sabios un relato detallado de su simiesca existencia.
       Lo que es más, si la atención  parecía flaquear, mostraba  la  cicatriz  donde un avestruz lo había golpeado, o se comía un cactus. Podía ingerir una tremenda  cantidad de éstos - ochenta y  nueve de una vez -, decían los excitados sabios, facultad que era considerada  como  absoluta  corroboración  de  su relato.  En 1937, su supremacía y su provecho en  dinero fue disputado por Ndola,  niño-mandril rival que fue desenmascarado, en el American Journal of Psychology, como un simple "caso de parálisis descuidada que provocó la postura cuadrúpeda", y entonces Lukas volvió a acaparar las publicaciones eruditas.
       Pero no por mucho tiempo. Siete meses después del descrédito de Ndola, el propio Lukas cayó. Resultó que no había vivido con mandriles en realidad sino que cumplía condena en la cárcel de Burghersdorp en el momento en que se afirmó había sido descubierto entre sus simiescos cofrades.
       Lo malo fue que su presunto descubridor era un policía, y por ello, sujeto a castigo por perjurio. Después del interrogatorio policial la historia resultó ser una invención. Toda la lamentable corte de profesores empezó a volver sobre sus pasos, y a acusarse unos a otros aunque no, por supuesto, sin académica dignidad.
       En la excitación general consiguiente al descubrimiento de la impostura, el profesor Zingg no pudo informar a todos sus corresponsales, porque, casi un año después de su majestuosa retractación, la historia fue publicada de nuevo, bajo su autoridad, en el American Weekly. Y en 1944, aunque  para entonces lo bastante bien establecido para no necesitar padrino, Lukas correteaba de nuevo por las páginas de esa publicación.
El verdadero Lukas, de paso, pero sólo él, ingresó en una institución para retardados.


      Tanta importancia atribuíase antiguamente a los antojos de la mujer grávida, que en muchas partes de Inglaterra, antojo es sinónimo de embarazada. Creíase, como se ha dicho, que si estos deseos eran contrariados, el niño sería imperfecto.
En muchos sitios, como cuestión de política pública, a las mujeres embarazadas se les permitían ciertas libertades, a fin de que no cargasen a la sociedad con hijos deformes, tales como hurtar ciertos alimentos, y entre las nuevas leyes promulgadas por la Revolución Francesa (luego derogada por Napoleón), había una acordando especial consideración a las "mecheras" embarazadas.


       Que algunos infantes han llorado en el vientre materno es una fantasía imponente, digna de Poe, pero a pesar de los muchos casos "auténticos", publicados en los periódicos, es una imposibilidad física, salvo cuando el niño está en camino de ser alumbrado.
Los fetos hipan, y se han observado hasta en el quinto mes, movimientos de pecho, similares a los que se emplean para respirar. Pero como los sonidos vocales son producidos por el pasaje de aire a través de la laringe, y como el niño está encerrado e inmerso en líquido amniótico, de ahí que no pueda conseguir aire y sus movimientos, cualquiera sea su significado, no puedan producir un grito.


RETRATO DE UN VAGABUNDO ("El Loco Cejas") Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano De su libro “Remembranzas Dolorenses

Retrato en este pasaje,
que con afecto le brindo,
a quien por ser loco lindo"
era todo un personaje.

Se lo apodó "El Loco Cejas”
Siendo, sin otro detalle,
un vagabundo en la calle
barbado y con ropas viejas.

Que haciendo gala y derroche
de un errático ambular,
en cualquier sitio o lugar
lo sorprendía la noche.

Y aunque parecía un lobo,
solo era un loco travieso
que a veces supo estar preso
por alguno que otro robo.

Que él mismo supo decir
que lo hacía por tener
en la cárcel, qué comer
y un techo para dormir.

Pues aunque era sospechoso,
y algunas veces culpable,
más bien era inimputable
y al mismo tiempo, gracioso.

Como cuando al verlo adusto
y serio en el pedestal,
en el Tiro Federal
robó de Richieri el busto.

O cuando se daba el gusto
de desafiar al misterio
durmiendo en el cementerio,
pegando a más de uno, un susto.

Y aunque estos líos y embrollos
lo supo poner en brete.
Dicen que fue un gran jinete
según comentan los criollos.

Pues tuvo también valores,
como sanos sentimientos.
Dejando, además de cuentos,
un buen recuerdo en Dolores.

RETRATO DE UNA CURANDERA (Ana María Dominga Menzza, alias "Anita Dimare") Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano De su libro “Remembranzas Dolorenses”

Cuando fui niño era usual
que mi madre concurriera
a una vieja curandera
para curarme algún mal.

Que ahuyentaba el mal agüero
con planta de ruda macho;
y en el caso del empacho
curaba, tirando el cuero

Usando, al tirarlo, talco,
y como ungüento habitual
acelga y untosinsal,
 alcohol o vinagre blanco
.
Como el ajenjo o semilla
de zapallo, en los parásitos;
y entre otros remedios clásicos
la tinta en la culebrilla.

Sacando solo con rezos
las verrugas o el antojo,
como también el mal de ojo
que extraía con bostezos.

Siendo justo que repare,
entre otros, en destacar
que, aquí, la más popular
fue doña Anita Dimare.

Que con rezos curó males;
a más de ser naturista
que apeló a una larga lista
de remedios vegetales.

Teniendo una santería,
y un altar, como despacho,
que adornó con ruda macho
contra alguna brujería.

Llegando hasta octogenaria
esta inmigrante italiana
que de origen siciliana
fue en Dolores legendaria.

Junto a otros, que en este ramo,
en Dolores fueron grandes:
como Leopoldo Fernández
y el viejo Felipe Bravo.

NOTA: Además de los ya nombrados, fueron populares en esta actividad en Dolores: Julia Fernández de Beretta. Liberata Vidal, Sixto Gómez, Plácido Gómez, Petrona Pages, Arturo Rugiera, etc.. etc. Se exceptúa a la célebre "Madre Angelita", ya que no se trató de una curandera sino de una sanadora de la le, al igual que doña Joaquina Fontana, que supo tener un culto religioso en la calle Ramón Melgar entre las de Belgrano y A. del Valle.