martes, 16 de febrero de 2016

LA INTELIGENCIA - Por León Tolstoi

I

Rugió el leoncillo, y al sentirse fuerte,
Sacudiendo orgulloso la melena,
Se despidió de su achacosa madre
Queriendo altivo recorrer la selva.
La madre, entristecida,
Con arrogancia y con amor de fiera,
Acarició sí cachorro que por siempre
Dejaba ingrato la tranquila cueva.
Y al mirarlo alejarse,
Con el cariño de las madres buenas,
La vetusta leona
Le dijo entre rugidos de tristeza:

II

- Sé cauto y receloso,
Que del valor no es mancha la cautela;
Sé audaz, y tu bravura
Te dará la victoria más completa
Y verás que en el mundo
Tiene siempre razón quien tiene fuerza;
Desprecia a los cobardes que se arrastran,
Ampara a los que tiemblan,
Destroza sin piedad a los traidores
Y extrema la prudencia
Cuando encuentres al hombre en tu camino;
Huye del hombre, esquiva la pelea,
Porque el hombre es más fuerte y más temible
Que todo lo temible de la tierra.

III

Despreciando consejos maternales
Saltó el leoncillo, y al cruzar la selva
Encontró a un elefante gigantesco
Que caminaba por oculta senda.
- ¿Eres el hombre? - preguntó el cachorro.
- Su esclavo soy -le respondió el atleta;-
Y como esclavo dócil
Voy cargado de leña
Para que mi señor en el invierno
En su hogar,  que es mi  cárcel, lumbre tenga.-

Asombrado el leoncillo siguió andando,
Y en la llanura inmensa
Encontró a un alazán gallardo y noble
De largas crines y gentil cabeza.
- ¿Eres   tú   el   hombre? - preguntó el cachorro
- Su esclavo soy,  le sirvo en sus empresas-
Dijo el corcel.- El freno me esclaviza,
Me aguijan las espuelas,
Y, dócil a mi dueño,
Con él combato en la sañuda guerra
Y en la bendita paz labro los campos
Y convierto en vergeles las estepas.

IV

Atónito el leoncillo volvió al bosque
Y entre robustos troncos y malezas
Escuchó de un lebrel fuertes ladridos.
- ¿Eres el hombre? -preguntó la fiera.
- Soy su esclavo más fiel, su leal amigo-
Dijo ladrando el perro,- y tu presencia
Le advierto cuando ladro de este modo.-
. . . . 

Al pie de unas palmeras
Vio el leoncillo agitarse una figura,
Muy débil,  muy mezquina, muy pequeña:
-¿Sabes dónde habrá un hombre?
-Preguntó sacudiendo la cabeza
El leoncillo irritado.
Y aquella figurilla tan pequeña
Le contesto sereno: - Aquí me tienes,
El hombre soy, monarca de la tierra.
- Prepárate a morir si eres el hombre -
Rugió el cachorro.- ¡Miserable, tiembla!
¿Cómo tú, tan pequeño y tan mezquino,
Arrancaste a mi padre la existencia?...

V

Tranquilo   el   hombre   se   alejó   unos pasos;
Y al saltar el león buscando presa,
Sintió herida su zarpa por un hierro
Y vencido rodó sobre la arena.
Prisionero quedó, robustos lazos
Le encadenaron, y en su jaula estrecha
Rugiendo de pesar lloró el leoncillo,
Lloró por vez primera.
- Ya lo ves, soy el hombre - dijo el hombre.-
Y el cachorro, moviendo la melena,
Le preguntó asombrado:- ¿Cómo vences;
Teniendo yo razón, pues tengo fuerza?
- Venzo porque mi fuerza es un destello

Emanado de Dios... ¡la inteligencia!